Oración para el temple

Autor: Eduardo Orellana

 

 

Señor, enséñame...
a tener seguridad en mí, sin convertirme en soberbio;
a templar mis nervios, cuando la tormenta arrecie;
a no buscar que alguien me aprecie, sin antes amar;
a saber siempre dar, sin que me olvide nunca de Ti;
a cuidar de mí, sin que ignore al hermano cercano;
a tenderle una mano a quien anda siempre de prisas,
a ofrecerte miles de risas, pero también esfuerzos y llanto;
a gozar de un suave canto, sin evadir los momentos de luto;
a disfrutar de un dulce fruto sembrando a mi paso simiente,
a ser un buen creyente, sin que llegue a ser un fanático;
a no ser un lunático, pero sí humano, realista y sensible;
a ser un poco flexible, sin que me convierta en una veleta;
a poder alcanzar una meta, contando con tu iluminación;
a combinar siempre la acción con inteligencia y mucha fe,
a confiar en todo lo que yo sé, sin llegar a ser obstinado,
y a hacer a un lado todo aquello que me impida ver
que los problemas de nuestra corta vida son tan sólo
invitaciones que nos haces para despertar a nuestro ser.