Carta a los niños por la Navidad

Autor: Eduardo Rivas

 

 

Queridos niños:

Puedo imaginarme las ganas que tienen todos ustedes por hacer que el tiempo vuele hasta la llegada de la Navidad. Pueden ver ya en las calles, en las tiendas, en la tele y en la radio, que todos hablan de la Navidad con alegría y con esperanza, y hoy quiero explicarles el porqué de esa alegría y esa esperanza.

La Navidad, es la fiesta de un Niño. Es la forma en que el mundo entero se viste de fiesta, para recordar que un día, hacen ya dos mil años, nuestro Dios y Señor decidió bajar al mundo y nacer del vientre purísimo de la Virgen María.

Todos tenemos que alegrarnos mucho, porque fue Jesús quien vino a nosotros, para enseñarnos definitivamente, cuál es el camino verdadero para nuestra salvación, y ese día, todos queremos ver en los rostros de cada uno de ustedes, reflejado el rostro de Jesús – niño.

El nacimiento de Jesús, significa en estos tiempos la llegada a la casa, de muchos regalos. Para los más felices, todo lo que pidieron es sus cartas a Santa Claus, o Papá Noel, como se le dice en otras partes; pero es bueno que sepan que existen muchos niños que no tienen regalos, que recibirán la Navidad acurrucados en un rincón, rogando que no caiga una bomba en su casa, o caminando las calles de alguna ciudad, buscando algo que comer o con qué taparse esa noche. 

Muchos más estarán muriendo de hambre, después de haber pasado toda su vida sin conocer lo que se siente cuando el estómago está lleno. Otros tendrán que esconderse en algún lugar, esperando la llegada de sus padres, borrachos y violentos.

Es muy doloroso ¿verdad? Es así porque hasta ahora no nos damos cuenta de que ese niño que festejamos, vino precisamente a cambiar toda esa injusticia y a hacer desaparecer tanto dolor. Pero no quiere hacerlo Él solo, porque tampoco sería justo. Él quiere que todos, tú, yo, todos los hombres nos demos cuenta que no ese el camino.

Él quiere que nos amemos tanto como Él nos ama, y que ese Amor infinito se convierta en actos de servicio para los más necesitados. 

¿Te imaginas qué pasaría, si cada uno de los que tenemos, haríamos un regalo a los que no tienen? Piensa, cómo sería el mundo si los que comemos cada día, guardáramos un poco de nuestra comida para darla a los que no tienen qué comer... Si esa ropa que está amontonada en nuestros roperos, se la lleváramos a algún niño que nunca va a fiestas, porque no tiene qué ponerse... Cómo sería el mundo, si en vez de sentarnos a mirar la tele hora tras hora, donáramos nuestro tiempo yendo a visitar a algún enfermo, anciano o a algún preso...

Así es, amiguito mío, el mundo sería muy diferente, y hasta es posible que no hubiera guerras, violencias ni injusticia. Eso es lo que el Niño Jesús quiere decirnos desde su cunita, rodeado de animalitos y paja. Eso es lo que Él espera de mí y de ti.

Hagamos pues un cambio en nuestras mentes. Es fácil, si lo intentamos pensando que ese Niño, que nacerá en el pesebre, unos años después morirá clavado en una cruz, para salvarte a ti y a mi. Creo que merece nuestro reconocimiento y nuestro amor.

Lo que te propongo es lo siguiente: hagamos que este año la Navidad no sea solo para recibir, sino que también sea para dar. 

Escoge tú alguien que conoces, y que sabes que necesita algo: algún anciano que vive solo, algún enfermo que no tiene quién lo visite, algún niño pobre que no tendrá regalos... no sé, alguien que tú sabes que necesita de ti, y ofreciéndole a Jesús en agradecimiento por habernos dado la vida, por nuestros padres y nuestros hermanos, démosle en la Navidad eso que necesita: un pedazo de pastel, una ropa que no usas, un juguete en buen estado, o por último, un poco de tu tiempo para visitarlo y hablarle de amor.

¿Te gusta la idea? Habla con tus papás y tus hermanos, y si eres bueno explicando tus sentimientos, quizá hagas el milagro de conseguir que ellos te acompañen y donen también algo de lo suyo.

Así habrás cambiado en algo a todo el mundo, habrás ayudado a suprimir la guerra, la injusticia y el dolor, y estoy seguro, que el rostro de Jesús desde su cunita, te sonreirá con más alegría, y algún día, te recompensará cuando con el correr del tiempo, tú también necesites que alguien dé algo por ti.

Feliz Navidad amiguito... Feliz Navidad amiguita, que Dios – niño te bendiga mucho, y que llene a tu familia de paz y amor.