Fuente de inspiración.

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

En una calle estrecha cerca del Palacio Venecia en Roma, había una pintura de la Virgen María , como en muchas esquinas de la Ciudad Eterna. Esta tenía el título de Madonna della Strada. Ignacio de Loyola que vivía cerca de allí, oraba con gran devoción al pasar siempre ante esa imagen de ojos saltones y sinceros, cargando al niño. Al morir Ignacio en 1556 y empezarse a construir la formidable iglesia del Gesú, se incluyó el cuadro de Nuestra Señora de la Strada en una capillita adornada con pinturas sobre la vida de María todo alrededor. Ante esa imagen en su capillita redonda siempre hay gente en oración.

Ignacio de Loyola, noble caballero, joven de la corte de Castilla, capitán de ejércitos, y finalmente peregrino y apóstol, encontraba su inspiración en la Madre de Jesús. No dudamos que el personaje de María fue el que inspiró sus Ejercicios Espirituales. Al seguir los Ejercicios nos encontramos una consecución casi lógica de los mismos descubrimientos de María durante su vida de fe. Ella aparece intensamente en todos los momentos de la vida de Jesús.

María fue la mujer por donde entró la salvación al mundo. Su “sí” en la Anunciación , fue pensado y discernido. Ella le dio su consentimiento al Angel después de darle su parecer y su postura ante la vida. Su decisión: “Hágase en mí según tu palabra” fue bien pensada, sin quitarle valor a su entrega total a ese Dios que la llamaba. Allí estaban integradas la fe con la razón.

María estaba ante la cruz, de pie, destruida pero valiente. Jesús mismo entonces la entrega a toda la humanidad como nuestra Madre, por Juan su amigo, el único discípulo que estuvo con ella al pie de la cruz.

Ignacio nos da como tema de una de las meditaciones de la Resurrección , el encuentro maravilloso e íntimo de María a solas con su hijo. Ella reunió a los apóstoles en oración y recibió con ellos al Espíritu Santo en Pentecostés.

¡Cómo es posible que grupos cristianos fundamentalistas, nieguen hoy a María y quieran sacarla de la piedad popular en nuestros pueblos de Latinoamérica! Quizás esta irracionalidad venga como una reacción a las exageraciones con que hemos querido adornar a la madre de Jesús. Quizás hemos dado demasiado importancia a la figura “cósmica” de Nuestra Señora, Madre de Dios, delante del sol, rodeada de estrellas, de pie sobre la luna, y no hemos exaltado lo suficiente las virtudes humanas de aquella humilde y valiente mujer, madre del Salvador y Madre nuestra.

María es nuestro modelo, hombres y mujeres, para aceptar la vida con valentía tanto en alegría como en tristeza, en honor como en deshonor, en salud como en enfermedad. Esto no es superstición ni devociones mágicas. María nos llama a ser conscientes con nuestra fe y a desarrollar la espiritualidad que su hijo nos dejó en los evangelios. Esta espiritualidad, va por encima de nuestras divisiones políticas de culturas, de épocas y tiempos. La fe cristiana es la única que tiene sentido hoy para liberarnos de esos sistemas de esclavitud creados por nosotros mismos.

Volvemos a insistir en las respuestas de Ignacio de Loyola para devolver la humanidad a los hombres y mujeres de hoy animalizados por estructuras del mal. Sus Ejercicios Espirituales nos ayudarán a re-encontrar el propósito de la vida al ponernos en contacto con el mismo Dios. Esto puede ser la salvación para el mundo en este Tercer Milenio, especialmente en nuestra Latinoamérica, continente de esperanza.

Pidamos a Nuestra Madre María por nuestro mundo que sufre. Ella nos llevará, nos pondrá con su hijo, Camino, Verdad y Vida.