¿… y eso lo dijo el Papa?

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

Estamos siguiendo en la prensa una serie de alarmantes y sensacionalistas declaraciones. Ya hablamos anteriormente del famoso titular: “Teresa de Calcuta no creía en Dios.” Hubo otro titular que sugería que el Papa obligaba a usar el latín en las liturgias. Sin embargo el mismo texto sólo decía que si un grupo quiere alguna misa en latín, se permite pedir a su párroco celebrar en dicha lengua... Otra declaración alarmante insinúa que el Papa ha declarado que fuera de la Iglesia no hay salvación…

Desde un principio Benedicto XVI se ha preocupado por hacernos pensar y por insistirnos en revisar la historia. Desde que era Cardenal, en su libro “Fe, Tolerancia y el Cristianismo”, el Papa Radzinger nos instruye sobre el desarrollo histórico del cristianismo, desde que un grupo de judíos, discípulos de un tal Jesucristo, trajo al poderoso Imperio Romano una nueva fe dando al traste con las demás creencias: se basaba en el amor.

El cardenal Radzinger nos recuerda aquella filosofía de los romanos, adquirida del pueblo griego, que influyó en los padres de la Iglesia en los primeros siglos del cristianismo. Se reconocía a Platón y Aristóteles, entre otros, como preparadores del cristianismo por su claridad filosófica sobre la verdad, la sabiduría, y el propósito de la vida. El cristianismo corroboraba aquellas profundas ideas del pensamiento griego, ahora bajo la esperanzadora luz del Evangelio. La humanidad entera estaba llamada a la salvación. Esa era la Buena Nueva anunciada, lanzada a toda la humanidad.

En la plenitud de los tiempos, como dice San Pablo, el Mesías, respetando la libertad humana y su historia, había traído la salvación a todas las civilizaciones, todas las razas y todas las religiones.

Los trágicos movimientos históricos siguientes, que comenzaron con la invasión de los pueblos bárbaros y la destrucción del Imperio Romano, fueron sucedidos por el oscurantismo de la Edad Media. Entonces se mezcló el cristianismo con la política. La Iglesia se convirtió en poder y tristemente hasta persiguió con la “Santa” Inquisición a grandes santos que sí eran fieles al mensaje de Cristo en los evangelios.

Nuestro Santo Padre nos ha dicho recientemente cómo la Iglesia y el cristianismo sufrieron enormemente cada vez que se confundieron con el poder. Benedicto XVI se alegra hoy al aclarar su posición de guía espiritual por encima de los intereses políticos. Con valentía y un agudo conocimiento de la teología y de la historia, nos hace reconocer la revelación de Dios a través de los tiempos. La búsqueda de Dios por el ser humano en todas las civilizaciones nos habían enseñado distintos aspectos fragmentarios de Dios. Sin embargo, fue la visión judeo-cristiana la que nos trajo esa única interpretación del propósito de la vida, la creación y el destino de la humanidad. En este Tercer Milenio, vemos cómo las demás religiones se han ido cayendo como anacrónicas y obsoletas. Sólo el cristianismo sigue teniendo sentido. Su universalidad, respeto a la dignidad humana de todos, mujeres, hombres y niños, su concepto de igualdad y justicia, pero sobre todo, sus incólumes principios del amor y el perdón continúan a ser fuerza y esperanza para toda la humanidad.

Ya son del pasado esas posturas arrogantes de una Iglesia, poder impositivo, en que sí se llegó hasta decir que: “fuera de la Iglesia no hay salvación”… Benedicto nos presenta a la Iglesia como humilde sierva para salvar a toda la humanidad haciéndonos a todos más responsables en el futuro. Sí, el cristianismo es la única respuesta, la única fe, para guiar a todos a la salvación eterna, pero con humildad, comprensión, y sin condenar…. ¡No más titulares engañosos!