La Iglesia Latinoamericana

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

Terminada la V Conferencia del CELAM en La Aparecida, Brasil, nos vemos obligados a responder a los desafíos que el futuro nos presenta.  

Reflexionando sobre la Iglesia en sus 2000 años de historia, nos percatamos de nuestra responsabilidad en el mundo de hoy. 

Jesucristo puso su tienda entre nosotros, vivió como uno de nosotros, nos enseñó y nos regaló la prueba más grande de amor: su propia vida. Nos llamó amigos, confió en nosotros para llevar la Buena Nueva a todas las naciones, a todas las razas, a todas las clases sociales, y a todas las religiones. Nos intriga, sin embargo, el por qué nos dejó libres, por qué no nos impuso su doctrina, y basta. Así no tuviéramos que aprender, entender ni decidir. Todo nos vendría ya masticado y digerido… 

Pero Dios no podía contradecirse a sí mismo. Nos creó a su imagen y semejanza: libres, creativos y dinámicos. Nos creó también con un desafiante elemento: el egoísmo personal, que somos desgraciadamente capaces de volverlo egoísmo social. 

En 2000 años de Iglesia hemos cometido muchos errores que siempre han ocurrido cuando hemos querido alterar el proceso histórico diseñado por Dios mismo. El cristianismo llegó a convertir a Roma, el imperio más organizado que ha existido en el mundo. Sin embargo esa conversión no se llevó a la fuerza. Todo lo contrario, el mundo hizo lo imposible por acabar con el cristianismo a la fuerza. ¡Los mártires fueron muchos en esos primeros tiempos! El imperio romano finalmente cedió y por medio de él se llevó ese cristianismo a todas las partes del mundo conocido. La doctrina de amor enseñada por Cristo siempre fue esparcida por medios de paz.

Vinieron tiempos tormentosos a lo largo de esa historia que el mismo Dios respetó. Pero siempre Dios nos mandó profetas y santos con la única misión de hacernos recapacitar y devolvernos a las enseñanzas de Jesús en los evangelios, cuando nos habíamos extraviado. 

Siempre que hubo errores en la Iglesia fue al querer imponer nuestra fe y someter a naciones y pueblos a la fuerza. Pero siempre los santos y profetas nos hicieron despertar de nuestros errores. 

Hoy en día en que, después del Papa Juan XXIII y del Concilio Vaticano II, todos nos sentimos Iglesia, resurge una nueva etapa. Los gravísimos problemas de hoy en todo el mundo nos obligan a ser responsables. 

El Continente latinoamericano, continente católico, de esperanza y juventud, se propone llevar nuestra fe cristiana, auténtica y genuina, al mundo entero. Pero no por la fuerza ni con autoritaria arrogancia, sino con paz y humildad. Como parte de la historia, la Iglesia Latinoamericana ha cometido también muchos errores. Pero con la fe y las enseñanzas de Jesucristo, se ve responsabilizada a seguir anunciando la Buena Nueva a todas las naciones. También tenemos nuestros mártires que han muerto gritando ¡Viva Cristo Rey! Y sacerdotes asesinados al pie del altar. 

Nuestros vergonzosos problemas nos han enseñado a ser humildes, pero también valientes a construir el futuro. 

Las luces recibidas en esta V Conferencia del CELAM en La Aparecida, Brasil, nos servirán para disipar las tinieblas que amenazan al mundo entero con la destrucción. 

¡Que Nuestra Señora de la Aparecida, nuestra Madre María, nos ayude a serle más fieles a su hijo, y llevar su mensaje de salvación a todos las naciones!