¿Hay alguna otra fe que resuelva nuestro futuro incierto?

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

¿Hay alguna otra fe que resuelva nuestro futuro incierto?

 

Hoy podemos vivir el pluralismo de tantas culturas y religiones con los progresos de los medios de comunicación. Nos volvemos por fuerza más abiertos, más humildes, y más deseosos de aprender y entender a los demás pueblos que abarcan el globo. Sin embargo, hay algo más trascendental que nos debe preocupar. ¿Tenemos una fe de vida que nos pueda satisfacer a todos en el mundo de hoy?

 

Aunque todas las religiones nos ayudan a ordenar nuestras vidas con principios morales y filosóficos tenemos que reconocer que muchas religiones han quedado obsoletas ante las exigencias del mundo de hoy. Hay las que tratan a los seres humanos como marionetas. Otras obligan con miedos y falta de libertad. Algunas discriminan a la mujer. Otras tantas se concentran en el individuo sin contar con sus deberes y responsabilidades sociales. En fin, en este mundo confuso del Tercer Milenio con divisiones, odio, guerras y violencias de todo tipo, estas religiones no pueden resolver los problemas del presente ni los del futuro.

 

Por otra parte, un mundo comercializado, donde la persona no cuenta, las injusticias escalan alturas inusitadas, y el individuo vive dominado por sus instintos animales, se hunde por su propio peso. Nuestro Papa Benedicto XVI ha denunciado repetidamente a la civilización occidental por haber expulsado a Dios del ámbito personal, social y político. ¿No nos damos cuenta que al sacar a Dios de nuestra vida nada tiene sentido y el vacío se vuelve destructivo?

 

Ante esa alternativa, tenemos que reflexionar y recapacitar. En esta Semana Santa en que la cristiandad celebra y medita sobre el misterio más grande y más profundo que haya encontrado la humanidad debemos revitalizar nuestra fe. Esta fe sí tiene sentido y lo tendrá hasta el final de los siglos pues no pudo ser inventada por los hombres. Una fe que se basa en el amor, el perdón, la armonía de razas y culturas, la libertad y el respeto de unos a otros, escapa a nuestro mezquino egoísmo humano.

 

Sí, el cristianismo, a pesar de abusos y errores históricos, continua teniendo sentido. Es la única fe que nos remonta por encima de nuestras propias limitaciones y nos libera. El cristianismo sigue creciendo históricamente. Cada vez encontramos más necesidades para cumplir con ese mandamiento del amor que nos dejó Cristo personalmente. Cada día nos desafían más nuestras necesidades tanto a nivel personal, buscando nuestra propia felicidad, como a nivel social, siendo responsables con los demás. Por encima de estos está el nivel universal de desarrollar el reino de justicia y paz que Cristo vino a proclamar. Esto nos desafía a vivir en constante dinamismo.

 

Y todo tiene sentido al contemplar, meditar y hasta unirnos en comunión con ese Cristo que se dejó matar por los poderes políticos y religiosos de su tiempo. Ese Dios que murió víctima de nuestro egoísmo. Nunca entenderemos, pero sabemos que esa fe es el centro de la historia de nuestra salvación y la evolución de esta creación que todavía gime con dolores de parto.

 

Ya no saben que inventar para desprestigiar la figura de Cristo y nuestra fe cristiana. Pero después de 20 siglos, nada ni nadie, ni siquiera las mismas autoridades de la Iglesia, en tiempos terribles, han podido contra ella. ¡Despertemos de nuestra tibieza y mediocridad!¡En esta Semana Santa renovemos nuestra fe que es la única que puede salvar al mundo!