Mientras se reúnen en Brasil

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

¿Qué podemos hacer mientras las Conferencias episcopales se reúnen en Brasil? Durante estas dos semanas todos estaremos expectantes de las reuniones de la V Conferencia del CELAM en La Aparecida, Brasil.

Pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados y sin hacer nada.

 

Nuestro Santo Padre Benedicto XVI nos exhortaba hace algunas semanas sobre la importancia de la oración cristiana. Ya se han empezado cadenas de oración por esta importante y decisiva Conferencia. Esta es la quinta y algunas de ellas quizás no han tenido el impacto deseado y sus documentos se han diluido en un mar de indiferencia y apatía. Confiamos que nuestras oraciones serán eficaces y con las palabras del Papa Benedicto animemos nuestra fe en la oración.

 

Aprovechemos y reflexionemos ahora en la oración. El mismo Jesús Dios nos invitó a orar. Pidan y se les dará. Toquen y se les abrirá. Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, ahí estoy yo entre ustedes. Si un hijo le pide un pan a su padre, y éste no le dará una piedra, ¿cómo el Padre celestial no les va a conceder lo que piden?... Y así tenemos muchas frases más de ese Dios que vino al mundo a enseñarnos a vivir y a amar.

 

Algunos no creen en la oración y dicen: ¿cómo Dios me va a oír a mí con tanta otra gente que constantemente le pide? ¿No es absurdo que le pidamos un favor cuando hay tanta gente que lo necesita más y que ni saben que la oración existe?

 

Muchas veces queremos comprender a Dios con nuestra limitada mente humana. Para lograr entender un poco a Dios tenemos que irnos a alturas ilimitadas y cosmológicas. La existencia, el amor y la vida son conceptos  incomprensibles, sin embargo los experimentamos, los gozamos y los vivimos aún sin entenderlos. Nunca pudiéramos haber inventado con nuestra mente casi animal el concepto de un Dios omnipotente, creador del cosmos, que a la vez nos conoce a cada uno, por nuestro nombre. A lo más que llegamos con la razón en las filosofías de la antigüedad fue a concebir a un Dios que premie el bien y castigue el mal. Pero de ahí a un Dios que nos ama con locura y que quiere nuestro bien y felicidad… eso va más allá de la razón humana. No lo podemos entender. ¡Pero Cristo lo confirmó con su vida!

 

Sin embargo, aunque incrédulos para algunas ideas, creemos hoy en teorías místicas que nos hablan de “energías” misteriosas a las que podemos recurrir y canalizar… Escuchamos a físicos y matemáticos que quieren probar la resurrección y la vida eterna por medio de la ciencia. La materia se transforma en energía. ¡Bien sabemos que hay algo más allá de nuestras explicaciones materiales! El cuerpo de Cristo después de la resurrección pasó de lo material a la energía espiritual que lo hacía atravesar paredes para reunirse con sus apóstoles y sin embargo comía y bebía con ellos, y pedía que tocaran sus llagas.

 

Hablamos de una dimensión que no conocemos ni entendemos, pero que sí podemos intuir. Y en esa dimensión está la oración. Cuando nuestras energías y deseos se unen en la oración, sólo ese hecho nos coloca por encima de lo físico y temporal. Al unirnos a Cristo en su dimensión de resurrección estamos en el ámbito de su divinidad. El mismo nos invitó. Al dejarnos la Eucaristía nos dejó la fórmula de la alianza y unión con El.

 

Unámonos todos activamente en comunión con Cristo. Como El mismo dijo, con esa fe moveremos montañas. Quizás algunas mentes participantes en la V Conferencia del CELAM pudieran aparecer pesadas e inamovibles montañas. ¡El miedo y los problemas actuales son otras montañas! Pero creemos que con la fe de todos los que buscan la verdad y la justicia en Latinoamérica se podrán mover esas montañas. Oremos con humildad. Nuestra Madre de La Aparecida, sin duda, se unirá a nosotros en nuestra oración.