El sentido común, el menos común de los sentidos

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

Alguien dijo una vez esta expresión que se volvió un éxito instantáneo. Y ¿Cómo podríamos definir el sentido común?

 

Notamos enseguida cuando alguien no obra con sentido común. Avergonzados, notamos cuando cada uno de nosotros decimos o hacemos algo que no tiene sentido común. Sin embargo, es difícil definirlo porque es la síntesis de una serie de elementos que se funden en un resultado que todos conocemos.

 

El sentido común indica razonamiento, incluye la reflexión, una actitud de estar siempre atentos al aprender. Tener sentido común significa ser humilde y escuchar las opiniones de los demás con respeto y apertura, pero con firmeza de criterio. La persona que posee sentido común, o mejor dicho, que sinceramente está en vías de tener sentido común, ya que esto no es un concepto estático, vive integrando su experiencia personal en un proceso dinámico. El sentido común denota sabiduría y experiencia no es impetuoso y adolescente. Y no estamos hablando de edades. Hay jóvenes y hasta niños con más sentido común que muchos adultos, incapaces de obrar como seres humanos.

 

Hoy en día no parece que podamos vivir sin sentido común. Nos apoyan la historia y las ciencias humanas. ¡Se han cometido tantos crímenes en la historia por no obrar con sentido común! Si reflexionáramos en los errores cometidos, por lo menos no cometeríamos los mismos errores.

 

En el Antiguo Testamento de la Biblia tenemos documentada la historia del pueblo Hebreo creciendo en conciencia. En los momentos de fracaso, de cautiverio y esclavitud, el pueblo hebreo con sus sabios, sacerdotes y profetas, reflexionó en sus errores, en especial en su abierta y vergonzosa infidelidad al Dios amigo fiel que no sólo los había protegido, sino también conducido a la libertad y al progreso. Humillados en su fracasos, todos en el pueblo Judío, volvieron a creer en el perdón de Dios y se levantaron una y otra vez, a su destino de ser los portadores del mensaje de salvación al mundo entero. La reflexión en la razón unida a su fe hizo volver al pueblo judío a seguir creciendo en conciencia, en su responsabilidad darle al mundo una fe basada en la dignidad de la persona humana.

 

Y volvemos a nuestros tiempos actuales en que al parecer ignoramos los principios que fundaron nuestra civilización occidental. Hoy que parece que no respetamos esa dignidad de la persona humana. Hoy que destruimos en vez de construir. Que odiamos hasta el punto de la violencia, en vez de amarnos y ayudarnos. Que nos rebajamos a los tercos instintos animales, en vez de superarnos a las dimensiones espirituales que bien sabemos tenemos dentro para hacernos transcendentes, creativos, y superiores al reino animal. ¿Hemos detenido ese proceso de “concientización” por nuestra falta de sentido común?

 

Seguimos reflexionando en que el cristianismo nos llevó a dimensiones insospechadas por las civilizaciones antiguas. La universalidad, el respeto a todos en la humanidad, empezando por los más humildes. La igualdad y los derechos de la mujer y de los niños había sido proclamada por Cristo por primera vez en la historia. El derecho a la vida basado en la dignidad de la persona humana fue proclamado por primera vez por aquellos primeros cristianos que dieron su vida por la fe ante persecuciones despiadadas.

 

Esos logros del cristianismo, heredados dificultosamente por nuestro mundo occidental, formaron nuestro sentido común. Con esperanza, sabemos que ese sentido común a que nosotros los cristianos bien llamaríamos, la inspiración del espíritu Santo, nos seguirá guiando hasta el fin de los tiempos, a pesar de nosotros mismos.