Después del día de los enamorados

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

Como parece ser que el sistema consumista se dio cuenta que los verdaderamente enamorados se están extinguiendo, se ha ampliado últimamente esta fiesta a la amistad en general… Así se compraron más regalitos…

 

Y en esta ocasión nuestro Papa Benedicto XVI tuvo que recordarnos otra vez lo que significa el amor. Tenemos que reflexionar seriamente, ya que los programas de televisión, especialmente los extranjeros, nos siguen bombardeando con “comedias románticas”, que en vez de comedias son verdaderas tragedias, porque nos dejan vacíos y engañados.

 

Frente a esa falsa concepción del amor abiertamente egoísta y pasajero, el Santo Padre, nos vuelve a recordar su revolucionaria primera encíclica: “Deus Caritas Est”, Dios es amor. Esta encíclica fue verdaderamente una sorpresa pues podía simplemente “atacar” ese concepto de amor egoísta erótico, y alabar, por contraste al amor “ágape” que tradicionalmente se ha identificado como amor cristiano de darse en servicio a los demás. Sin embargo, el Papa habla y vuelve a hablar del amor “eros” y nos dice que también el ser humano necesita sentirse amado, encontrar el amor personalmente. Por lo tanto declara que necesitamos del “eros”.

 

Ahí la propaganda de los medios de comunicación, ya sea subliminal o abiertamente directa, no podrá argüir que el cristianismo está en contra del “eros”, de ese deseo normal del ser humano a ser amado.

 

Benedicto XVI con abierta valentía define que todo amor viene de Dios como comienzo de una aventura de vida que termina en la felicidad. El amor “eros” nos anuncia esa unión amorosa con Dios por medio de los demás. Pero hay una diferencia clara con el amor mundano erótico que puede ser estrictamente egoísta y sin real interés en “el otro”, el ser amado. El prototipo del “enamorado” promovido por la televisión sólo busca su propio placer y hasta su propia diversión casi como un pasatiempo, en otras palabras, es un  egoísta. El verdadero amor “eros”, al encontrar el ser amado se desvive, y se quiere dar al otro, complacer al otro, inclusive sacrificarse por el bien de ese ser amado. Y allí ocurre algo maravilloso: el “eros” comienza a convertirse  en amor “ágape”, amor en servicio al ser amado. El amor ha realmente transformado al egoísta.

 

El Papa Benedicto no nos deja ahí, sigue todavía a mostrarnos el ideal del amor humano y cristiano, el amor tiene por necesidad que llegar a todos con un sentido social . El ser humano está llamado a amar a todos  universalmente y sin límites ni condiciones. Este es un “ideal” hacia el cual todos debemos de tender. Con este ideal tenemos que cubrir este mundo tan lleno de divisiones, violencia y venganza. Este ideal, en fin, nos llama a construir un mundo sin injusticias y con paz y perdón.

 

Hoy, Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma. La Iglesia nos llama a reflexionar en las verdades y los misterios de la vida. Por cuarenta días podremos revisarnos y recapacitar en nuestras responsabilidades como seres humanos y adultos. El Papa nos invita a reflexionar en el amor, ser amado para amar en servicio a los demás. Con sus declaraciones insólitas de la encíclica sobre el amor nos sorprendió con una frescura esperanzadora. Nunca antes en la historia se había referido nadie en la Iglesia a la necesidad personal de ser amado. Tal parecía que sólo se nos enseñaba y hasta se nos obligaba a vivir en soledad y sufrimiento. Esto nos chocaba internamente con la ternura y comprensión con que los evangelios nos hablan de Jesús, el Dios que dio su vida por nosotros sus amigos, que nos aliviaba al estar cansados y agobiados. Cristo es el Dios “Buen Pastor” que nos busca y encuentra a cada uno directa y personalmente como “eros”, amor infinito de consuelo y cariño.

 

¡Que en esta Cuaresma recapacitemos y nos encontremos otra vez ante el Cristo amigo, Dios del Amor!