¿Por qué se ataca hoy a la familia?

Autor: Padre Ernesto Fernández-Travieso, S.J.

 

 

En algunos países que se consideran desarrollados, parece estar de moda de ser “políticamente correcto” atacar los principios y valores que hemos ganado con esfuerzo a lo largo de la civilización. En otras culturas hoy  todavía se niegan los derechos de la mujer. Y en nuestra cultura occidental se quiere negar a la familia, como si ésta fuera una institución obsoleta a la que hay que buscarle alternativas urgentemente. Por eso nuestro Papa Benedicto XVI está reaccionando insistentemente en defensa de la familia. 

Tenemos que conceder que la familia hoy en día está en crisis. La revolución industrial, las revoluciones políticas y sociales, han decididamente afectado a esa célula fundamental que es la familia. En efecto, la huída hacia la ciudad del agricultor buscando trabajo acabó aparentemente con la familia extensa. Las revoluciones políticas y sociales que afectaron a la sociedad moderna quisieron hacer del individuo una propiedad al uso del estado, un número más. El consumismo se ha cebado en este individualismo engañando a las masas a producir y auto consumirse en una desesperada carrera sin fin. Por último, la revolución sexual, ha querido vender la idea a ese individuo maltratado que busque en el placer sexual irresponsable, casi animal, saciar su hambre de felicidad.  

Sí, efectivamente hoy día hay un gran por ciento de familias que no funcionan. Los divorcios proliferan. El número de madres solteras aumenta alarmantemente. Los abusos y la violencia doméstica causada principalmente por hombres frustrados machistas e insatisfechos crece y escandaliza. Como consecuencia hay más hijos en las calles perdidos y traumatizados, pasto para la delincuencia y la droga. 

Buscamos alternativas pero sin reparar en que la causa de todo está en el egoísmo humano. Ni las madres solteras, ni los matrimonios homosexuales, ni ninguna otra alternativa tendrá éxito mientras abunden hombres y mujeres regidos por el egoísmo. Los matrimonios homosexuales por lo regular carecen de solidez en la fidelidad y en sus costumbres para proveer una estable base familiar. Tristemente esas opciones seguirán lanzando a la calle a hijos que han crecido sin cariño, traumatizados, vacíos, incomprendidos y confundidos. Se seguirán multiplicando las víctimas de la droga, la delincuencia y la deshumanización. ¡Y seguimos todavía proponiendo soluciones cada cual más descabellada!  

Bien sabemos, sin embargo, que tenemos un desarrollo histórico que nos trae hasta el presente. No podemos saltar ni negar ese desarrollo del pasado para construir el futuro. Hay que empezar reconociendo  y aceptando al egoísmo humano como obstáculo real y fundamental. Desde ese punto necesitamos recapacitar y buscar soluciones con la ayuda de una fe que nos haga razonar para no llegar a convertirnos todos en pesados, tercos y violentos “rinocerontes” movidos solamente por los instintos animales. 

Hoy el Papa, guía espiritual de la Iglesia, nos sigue haciendo pensar y recapacitar a cada uno en nuestra responsabilidad. Sigue insistiendo que tenemos que salvar a la familia. Porque sólo la familia puede proveer el aprendizaje a vivir en sociedad como seres creativos y pensantes, capaces de vivir en justicia y armonía en un mundo mejor. La familia, aunque con sus numerosas “disfuncionalidades”, ciertamente nos ayuda a crecer en conciencia personalmente, socialmente y hasta políticamente. No existe una mejor institución, las hemos probado todas y ninguna sirve. 

Sólo nuestra fe cristiana, basada en el amor, en contra del egoísmo humano nos trae una solución para el futuro. Sólo la actitud de Cristo, enseñada en los evangelios, que promueve el perdón, la paz, la responsabilidad personal y el respeto a los demás, nos puede sacar de esta crisis que amenaza con destruir al mundo. Y ahí está la familia como principio y base de esa esperanza. 

En esta cuaresma sigamos reflexionando personalmente, y en familia, como nos invita nuestro Santo Padre Benedicto XVI.