El Pan de tu Palabra
Mt 1,1-23

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Aquí se pretende llenar un vacío que resulta muy incómodo ya que Juan nunca habló del nacimiento virginal. El Papa da por supuesto que el Prólogo del evangelio de Juan lo escribió el propio evangelista, si lo leemos detenidamente nos damos cuenta que no fue así, es más, existen serias dudas que el evangelio que se le atribuye sea de él. El último capítulo es apócrifo y el lenguaje que utiliza en su redacción no es el de un humilde aldeano galileo semi- analfabeta. Seguramente el autor del evangelio de Juan fue un judío helenizante que vivía fuera de Judea, uno de esos que seguían la línea de Pablo; da muestras de conocer bien la cultura y la lengua griega – en este idioma fueron escritos los evangelios – Su evangelio está escrito a la manera de los Diálogos de Platón y su helenismo queda en evidencia cuando incorpora a la doctrina cristiana elementos de la Nueva Academia platónica, tendencia que culminará con san Agustín.

Además el texto no está escrito en singular, esta escrito en plural, y se refiere, no a Cristo, sino a los nuevos conversos. Seré mas explicito al citar tres versículos arriba de los que nos ofrece Su Santidad y que bien cuidó omitir: “Estaba (Jesús) en el mundo, y por el fue hecho el mundo, pero el mundo no lo conoció. Vino a los suyos (los judíos) pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos le recibieron, les dio poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre; que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios, son nacidos”.

Lo que quiere decir el autor del Prólogo, es que los que han abrazado la fe, no lo hacen por filiación de sangre, por ser judíos, ni por la voluntad de los hombres, sino por la gracia de Dios han sido renacidos a una nueva vida. El texto está muy de acuerdo con la línea paulina y evidentemente no hace alusión alguna a la virginidad de María. La idea es la misma que constantemente nos reitera Pablo: él no recibió el mensaje divino de los hombres (los apóstoles), ni de la sangre por ser judío, sino de Dios mismo en la visión de Damasco.

Comparece el texto que nos ofrece el Papa y el original que aparecen con negritas y se verá que la cita del Papa está seriamente manipulada y no obedece ni al espíritu ni a la letra del prólogo.

Pablo jamás habló de la virginidad de María; sin embargo la catequesis quiere hacer de él un virginalista. Dice el Papa: “La afirmación paradójica de Pablo: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (…), para que recibiéramos la filiación adoptiva» (Ga 4,4-5), abre el camino al interrogante sobre la personalidad de ese Hijo y, por tanto, sobre su nacimiento virginal.”