El aborto

Autor: Francisco Andrés Flores

 

                   

No cruzará su llanto los pasillos

ni jugará revolcándose en la hierba.

En vano esperó el cielo su sonrisa

porque el sueño murió antes de amanecido.

 

No brillarán sus ojos en la noche

ni enamorarán los versos de su boca.

En vano esperó por su voz el aire

porque el silencio pudo más que la palabra.

 

Quedará, sí, en el vientre,

un prohibido y devastado territorio,

el recuerdo de agujas, de barbijos,

ruidos de tijeras, de fórceps laboriosos

y el anónimo estupor de la materia:

endometrio vejado, cáliz roto, matriz yerma...

 

Habrá también un grito suspendido

que ni el silencio acallará, ni las sirenas,

ni el paso de los días incontables,

ni la sonrisa tentadora de la muerte.

 

Y volverá luego a desinflamarse el vientre

y tornarán a su cauce las arterias,

a su constante tránsito de enzimas,

a su equilibrio de hormonas y epitelios

y a tejer punto a punto entre las células

gorriones, escarpines, madreselvas...

pequeño santuario profanado

que esperará otra vez, en vano,

al derrocado dueño de su trono.