La agonía del Getsemaní

Autor: Padre Francisco Baena Calvo

 


Un sacerdote había tenido serios problemas con un colectivo de su Parroquia hasta tal punto que había recibido amenazas, insultos y descalificaciones. Había sentido tentación de huir y de irse de aquella realidad conflictiva, que le hacía sentirse mal y sufrir tremendamente.

Aquel sacerdote meditó delante de un crucifijo y comprendió que no podía irse de aquella misión pastoral difícil que se le había encomendado. Lo contrario sería huir de la voluntad del Señor y atentaría contra la misma existencia de la Iglesia en aquel lugar.

Descubrió, además, que Jesús de Nazaret no huyó de sus horas más amargas ni se bajó de la cruz cuando fue asesinado por sus enemigos, sino que ofreció su vida “en rescate de muchos” y perdonando a sus verdugos. Vislumbró que Jesús en el huerto del Getsemaní suplicó al Padre que pasara aquel trago pero que no se hiciera su voluntad sino la del Padre. 

Aquella meditación le serenó en el espíritu y al día siguiente asumió el conflicto como un medio de santificación y descubrió que la existencia era descubierta de manera diferente y que todas las realidades negativas son motivos de crecimiento interior y desapego de las ataduras terrenas.