¿Eutanasia camuflada?

Autor:  Elías Saavedra

Fuente: Gama

 

 

El enfermo tiene derecho a decir "no" a un tratamiento excesivo. Tal derecho existe antes de cualquier ley y pertenece a la misma ética médica, que pide al personal sanitario servir al enfermo y acompañarlo en su enfermedad en el máximo respeto que merece como ser humano siempre digno.

Pero confundimos a la opinión pública si al defender tal derecho nos ponemos a hablar sobre la eutanasia. Porque una cosa es decir "déjenme morir en paz" (y todo enfermo terminal puede pedir legítimamente esto) y otra cosa es dar permiso a algunos para acabar con la vida de los enfermos. Aunque sea el mismo enfermo el que diga "acaben con mi vida".

Siempre será correcto suspender tratamientos médicos que ya no curan y que sólo sirven para alargar la agonía. Pero nunca lo será actuar para provocar la muerte del enfermo, para matar.

Por eso resulta extraño ver que se presenta en México una ley para defender el derecho del enfermo a decir "no" a tratamientos que considera excesivos y, al mismo tiempo, pedir que se modifique el artículo 312 del Código Penal mexicano.

En ese artículo 312 se prohíbe la asistencia al suicidio y se imponen serias penas a quienes ayudan o inducen a otra persona al suicidio.

¿Por qué, entonces, algunos quieren modificar esta ley en relación con el derecho a suspender tratamientos médicos excesivos?

¿Quizá porque se piensa, erróneamente, que en algunos casos “suspender un tratamiento curativo” sea lo mismo que cometer un suicidio asistido? Es obvio que se trata de dos cosas distintas. Entonces, no habría que modificar, para nada, el artículo 312 del Código Penal, pues estamos ante dos situaciones completamente distintas.

¿Será, en cambio, que algunos desean preparar el terreno para que un día el suicidio asistido de un enfermo terminal sea considerado algo plenamente legítimo? Esta parece ser la intención de quien defiende modificar el artículo 312 para que ningún médico sea acusado de ayudar o instigar al suicidio si se actúa en el respeto a una “ley de suspensión de tratamiento curativo”.

Debe quedar claro, lo repetimos, que nunca “suspender un tratamiento curativo” podrá ser algo idéntico a un suicidio asistido. Pero uno tiene motivos para sospechar que el nuevo proyecto de ley pretenda permitir tal suicidio asistido como si se tratase (nunca podrá serlo) de una “suspensión” de un tratamiento curativo.

No nos dejemos engañar. Para evitar el ensañamiento terapéutico no hay que modificar para nada la normativa vigente sobre el suicidio asistido. Quien propone hacer las dos cosas a la vez está proponiendo, de modo sutil y engañoso, la introducción de la eutanasia y del mal llamado suicidio asistido.

lamemos a las cosas por su nombre: la eutanasia, incluso disfrazada de asistencia a un suicidio, siempre será un crimen. Aunque sea camuflada con leyes que parecen evitar el ensañamiento terapéutico pero que tal vez pretenden crear, poco a poco, una mentalidad en la que el homicidio del enfermo pueda llegar a ser algo plenamente aceptado por la ley.