Beijing 2008: “un solo mundo, un solo sueño”, pero sin libertad religiosa

Autor: Jorge Enrique Mújica L.C.

Fuente: Gama

 

 

Durante la serie de conferencias de prensa concedidas por el comité organizador de las olimpiadas del 2008 de mediados de octubre pasado, el país organizador ha dejado clara su postura en torno al tema religioso. En la lista de objetos prohibidos, al mismo nivel que bombas, armas de fuego, municiones, y sustancias radioactivas, se encuentran vedados cualquier tipo de materiales usados para la actividad religiosa. La norma será aplicada lo mismo a personal acreditado (reporteros, cadenas de televisión y radio, etc.) que a los turistas, atletas y entrenadores. La prohibición comprende la villa olímpica. Según una nota de ACI PRENSA (31 de octubre de 2007), la Biblia está incluida en la polémica relación.

 

Ciertamente los católicos no son los únicos afectados por este hecho y las coacciones no se reducen al campo de la libertad religiosa pues también todo tipo de material político queda vetado.

 

En su carrera rumbo a la sede de las olimpiadas de 2008, Beijing compitió con ciudades como Osaka, Estambul, París y Toronto antes de ser declarada anfitriona. Desde un primer momento se le objetó a su candidatura las limitaciones existentes en el campo del respeto a los derechos fundamentales entre los que están la libertad de expresión y religiosa. No obstante, la ciudad alcanzó con facilidad la sede comprometiéndose a mejorar esos aspectos en acciones tan mínimas como permitir la libre circulación del turista por todo el país.

 

Y hasta se llegó  a creer en unas olimpiadas libres, transparentes y a la luz del sol donde los turistas y reporteros podrían desplazarse y ver todo pero las operaciones de fachada han cedido al puño de fierro. El 20 de octubre pasado las dudas que aún quedaban experimentaron la amargura de una respuesta de un país que, en palabras del director de Asianews.it, Bernardo Cervellera, en una entrevista concedida al diario italiano La Stampa (12 de octubre de 2007), “quiere todas las ventajas económicas y de imagen de las olimpiadas pero sin abrirse al mundo”. “China permanece como un país represivo”.

 

La alarma en buena parte de las delegaciones que participarán en las olimpiadas se ha desencadenado. Y es que, como decíamos, no es un problema exclusivo de católicos y cristianos si bien la medida, en el campo de la libertad religiosa, va encaminada a mitigar una preocupación de las autoridades chinas especialmente respecto a ellos: con el anuncio de la ciudad anfitriona en 2004, muchas organizaciones religiosas católicas y cristianas vieron la oportunidad de utilizar los juegos olímpicos para llevar adelante su labor evangelizadora, encontrarse con los cristianos chinos, verificar en que condiciones viven su fe y ayudarlos concretamente. Una acción del todo válida.

 

Pero budistas y musulmanes no quedan exentos de esta medida si consideramos que, por ejemplo, los atletas musulmanes viajan con el Corán y que, al igual que la mayor parte de los creyentes de las demás religiones, ambos tienen necesidad de un lugar para la oración y, las más de las veces, manuales con rezos impresos de lógico cariz religioso. Los católicos, además, precisan de un sacerdote que les celebre la misa con formas para consagrar y vino de un tipo, un crucifijo y misal para seguir los ritos los cuales  quedarían fuera –permanece la incertidumbre respecto a los ministros de culto que muchas países, como Italia, tienen–.

 

Según el informe 2007 sobre Libertad Religiosa Internacional dado a conocer el 14 de septiembre pasado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, China continúa siendo uno de los países “motivo de preocupación particular” (junto a Birmania, Arabia Saudí, Corea del Norte, Irán y Eritrea). La negligencia china persiste muy a pesar del Acuerdo Internacional de las Naciones Unidas sobre Derechos Civiles y Políticos que hace obligatorios los derechos a que se aspira y que se destacan en la Declaración Universal de los derechos humanos.

 

El Artículo 18 declara: “Todos tienen derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión. Este derecho incluirá la libertad de tener o adoptar una religión o creencia de su elección, y la libertad, ya sea individualmente o en comunidad con otros y en público o en privado, de manifestar su religión o creencia en el culto, la observancia, la práctica y la enseñanza”.

Queda claro que la limitación a la libertad religiosa es un síntoma de falta de paz. Y es que la libertad religiosa no puede quedar sometida al capricho humano. Si ya de por sí son tristes las dificultades que muchos seguidores de varias religiones encuentran al momento de querer ejercer libremente su derecho a la libertad de religión en su mismo país, es más penoso que en una cita planetaria se llegue al grado de obstaculizar la práctica de la fe de los extranjeros.

 

Violar la libertad religiosa supone series repercusiones para la convivencia pacífica; ningún Estado posee el derecho de denigrar ninguna creencia ni de negarle el espacio público a la religión.

 

Con razón Mons. Celestino Migliore, el 30 de octubre pasado ante la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el tema “La cultura de la paz”, remarcó la inseparabilidad entre la paz y el respeto a los derechos fundamentales de las personas como la libertad religiosa y de expresión.

 

Bajo el eslogan “un solo mundo, un solo sueño” los juegos olímpicos se inaugurarán el 8 de agosto de 2008 en Beijing. Queda claro que en ese mundo y en ese sueño la libertad religiosa no queda contemplada. El sueño y el mundo chino distan mucho de ser el de sueño y el mundo de todos.