Mujer
Autor: Astor Brime email: gegarcas@hotmail.com
Entre el aroma tuyo y mi presencia
sólo el perfil del éxtasis se atreve
a rozarnos las sombras.
Como el eco del agua en los jardines
del corazón, recién resucitado
en la mudez del viento y de la lluvia,
así van paralelos nuestros pasos
hacia una claridad de amor y vida,
sin habernos unido en el abrazo,
con el recuerdo de la alta arquitectura,
que los crecidos sueños levantaron
juntando los humanos avatares
a los pulsos robustos de los árboles,
mujer soñada, viendo en la ventana
la huida reciedumbre de mi hombre.
Despojados de todas estas frondas,
que el éxtasis le entraña a los momentos,
quizá los esqueletos de las horas
nos hubieran sumido en la atonía
de no saber qué hacer con nuestras vidas,
ajenas al caudal del privilegio.
Ha sido así mejor. Innominada,
en tu solo misterio inalcanzable.
Así como la tierra es universo
por su fecundidad, más que por vuelo,
aunque se normalice en su turgencia
la vida, sin más parto que un principio,
ni más flujo que el cambio de las formas,
y en pedestal de dioses se nos alza,
yo te adoro, mujer, estrella y surco,
capaz de surtidores y de espigas,
que en la frente de Dios saltan y crecen;
no importa tu lejana compañía,
tú eres diosa en el ara de mi madre.
Me bastan los murmullos de tu río,
y sé que, en mí alejado, no estoy solo.