Carta a los cristianos

Abba Padre

Autor: Padre Gerardo Moreno

 

 

“La vida da muchas vueltas”, a veces escuchamos a personas decir así, como queriendo anticipar un acontecimiento o queriendo pronosticar la posibilidad de ir a un lugar, del cual no están seguras. Donde quiera que estés en este momento y a donde vayas, y sin importar las vueltas que da la vida, recuerda la forma cómo llamabas a Dios de niño. ¿Recuerda la manera de orar que te enseñaron tus padres? ¿La manera cómo te dirigías a Dios? ¿Recuerda cuándo decías Papá Dios en tu infancia?

Sin importar la edad que tengas en este preciso momento que lees esta carta, vuelve a decir: Abba Padre, Papá Dios, Padre Nuestro. De hecho, en la mayoría de los casos solo le decimos a Dios; Padre, cuando rezamos la oración que Jesucristo nos enseñó. Poco a poco hemos olvidado la relación filial con Dios. Algunos siguen llamándolo Señor (que no está mal), Poderoso, Señor de los ejércitos, incluso, muchos tienen la idea antigua de Dios, sí, del Dios que premia o castiga según las obras, aunque prevalece lo segundo (el castigo). Hemos olvidado decirle a Dios, a ejemplo de Jesucristo: Abba Padre. El mismo Jesús dice: “Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocen a mí, también conocen al Padre… Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí… Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo…” Esta relación entre Jesús y Papá Dios la podemos reflexionar desde el evangelio de Juan 14, 1-31. 

Volvamos a decir con nuestro corazón, nuestra mente, nuestros labios y todo nuestro ser: Abba Padre, tú eres mi Dios, mi fuerza, la roca que no se quiebra y sobre la que edifico mi familia, mi trabajo y todos mis proyectos con sabor a vida en abundancia. Abba Padre, tú eres mi razón de ser, el Dios con nosotros, la fuente de esperanza que no se agota, la poseía de las mañanas y la acción de gracias de las noches. Abba Padre, en Jesucristo, tu Hijo predilecto, soy tu hijo amado, perdonado, sanado y salvado por tu inmensa misericordia y tu bondad infinita.

Abba Padre, eres mi Dios sempiterno, quien sostiene mi vida, mis miedos, mis sueños y mi fe. 
Abba Padre, gracias por tu amor, gracias por la vida, gracias por mi familia, gracias por tu perdón, gracias por permitirme decirte: Te Amo.

Abba Padre, eres mi Dios y mi todo. Amén.