Carta a los cristianos

Honor a quién honor merece

Autor: Padre Gerardo Moreno 

 

 

Cuando se trata de las mujeres, son muchas las palabras, cualidades, virtudes y carismas que podemos resaltar de ellas. Cómo Dios en complicidad con la mujer va haciendo su obra de salvación en la humanidad. Cómo Dios poniéndose de acuerdo con las mujeres sigue dispuesto a salvar, sanar, perdonar y amar infinitamente su creación. Sin embargo, cuando se trata específicamente de la mujer como madre se requiere de un punto y seguido. ¿Verdad?
 
            Hablar de ellas, es decir:
 
PREMONICIÓN: Tienen un sexto, séptimo y hasta más sentidos que hacen que cpten los hechos antes de tiempo. Conocen a sus hijos antes de que ellos pronuncien una palabra y saben muy bien cuándo están pasando por momentos adversos.
 
VISIONARIA: Tienen los pies sobre la tierra y al mismo tiempo tienen la capacidad para ir más allá. Dios en persona, en vivo y directo, se ha puesto de acuerdo con ellas para revelar hechos divinos a la sociedad, para recordar a las personas que Dios existe y está con nosotros por medio de su Hijo, nuestro, Señor.
 
SACRIFICIO: Ellas dan lo mejor a sus hijos y por su familia son capaces, a ejemplo de Jesucristo, de dar la vida.
 
MULTIMILLONARIAS: En amor, dedicación, fe, preocupación, sensibilidad, perseverancia, alegría, magia, bondad, ternura, fortaleza, tesón, compartir, manos tendidas a prójimo sin distinción, esperanza, oración, perdón y muchas virtudes más que Dios les ha confiado como a nadie en el planeta llamado tierra.
 
            Hablar de las madres, significa no terminar nunca, debido a todo lo que ellas son, representan y significan. Como decimos con cariño a la Virgen María: “Bendita tú eres entre todas las mujeres…”, Dios las siga bendiciendo en abundancia y a través de ustedes a tantas mujeres que dan a luz hijos, y también a las que dan a luz; esfuerzo, sacrificio, compañía, amabilidad, buenas noticias, caridad, ayuda, pan compartido, fe comprometida, obras y presencia de Dios, gracias de El Espíritu Santo y fe en Jesucristo,  Señor de señores.
 
            “La mujeres valientes son incontables, pero tú a todas has superado” (Proverbios 31, 29).