La diferencia nos hizo amigos

Autor: Padre Javier Leoz

 


Una vez, a cinco pintores, se les propuso un gran proyecto: trabajar en común para crear y sacar adelante una gran exposición pictórica que tendría lugar con motivo del Año Nuevo. 

Dicho y hecho. Los profesionales de la pintura se pusieron manos a la obra. 

Lo cierto es que, el evento, levantó gran expectación en la localidad elegida. Todos los habitantes de aquella población comentaban de lo distintos que eran los pintores entre sí y que, precisamente por ello, la ocasión habría de ser aprovechada por ellos para demostrar sus peculiaridades y estilo y, demás, una buen motivo para todos los habitantes de la ciudad y de la zona.

Pero un buen día, a punto de inaugurarse la exposición, los artistas comenzaron a discutir sobre los colores que usaban unos y otros, sobre los temas elegidos, sobre el marco que adornaba el lienzo de cada uno. En definitiva...cayeron en una gran discusión a cuenta de "las diferencias" en su pintura. 

El conflicto trascendió a la calle. Y toda aquella primera ilusión entusiasmo que habían puesto los moradores de aquel pueblo se fueron desvaneciendo. ¡Cómo es posible que sean incapaces de no ponerse de acuerdo!. Exclamaban. 

Por la tarde, cuando estaban a punto de recoger todos los utensilios de pintura y marcharse los pintores cada uno a su casa de repente, un niño, se coló por una ventana y dijo: "¡uy..que cuadros tan diferentes y tan bonitos ....no había visto nunca una cosa igual". 

Los profesionales de la pintura se miraron sonrrojados, unos a otros, y abrazándose y riéndose de sí mismos dijeron: "es verdad...es mucho más lo que esperan de nosotros, y lo que descubren en nuestras diferencias que lo que nosotros discutimos por ellas". Y dicen, que le exposición llevó este título: "La diferencia nos hizo amigos".


Es mucho más, siempre, lo que nos une que lo que aquello que nos separa.
Cuando miramos al otro con lupa encontramos mil deficiencias. Si nos mirásemos a nosotros mismos y luego al otro....por lo menos las comprenderíamos.


Cuando miramos a Dios, las diferencias del hermano, son algo a asumir y acoger. Cuando miramos al otro, desde una perspectiva egoísta, se convierte en alguien a combatir o vencer.


El ideal cristiano es precisamente no ser juez y ejercitar un poco más la misericordia con el que nos rodea.