El Papa en Sydney
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Una vez más el viaje del Papa a Australia ha abundado en datos y en aspectos diametralmente opuestos a lo que algunos –no siempre bien informados o ni intencionados- esperaban de esta versión australiana de la Jornada de la Juventud.

Y es que Benedicto XVI ha presentado un rostro que poco tiene que ver con el que le atribuyen quienes todavía se obstinan en considerarle el hombre de cartón-piedra, el inquisidor, el pastor alemán, el feroz Ratzinger que, de hecho, nunca existió. Aquello era presentar un personaje que nada tenía con la realidad, una burda caricatura, que algunos, cada vez menos, se empecinan en no sustituirla por el verdadero retrato de Benedicto XVI. Su presencia en Sydney ha sido serena, modesta y rebosante de afabilidad, sintonizando a su manera con una juventud que ha escuchado sus enseñanzas con tanta avidez como veneración.

En sus homilías y discursos ha insistido en ese relativismo que deja a Dios en el banquillo. Ha valorado la vida humana, a toda vida humana, como una llamada personal de Dios, no como un capricho del azar. Ha rechazado el aborto como encarnecimiento practicado en el propio santuario de la vida. Ha invocado la responsabilidad cósmica del hombre de hoy en conexión con el cambio climático. Todo un plan coherente y adaptado a la realidad de los tiempos.