La herida social del aborto

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Con independencia de la fe que se profese, el respeto a la vida está en la base de toda convivencia civil. En un discurso a los miembros del Movimiento por la Vida, el Papa Benedicto XVI nos ha recordado el imperativo de dar testimonio del respeto al ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural. Los derechos humanos deben ser respetados como expresión de justicia, porque, entre otros muchos beneficios, resulta ser la estrategia más eficaz para eliminar desigualdades entre países y grupos sociales. Cuando en nuestro entorno observamos con preocupación la deriva de algunas iniciativas políticas encaminadas a la promoción del aborto, resuena aún con más fuerza la verdad en las palabras del Papa cuando echa la mirada atrás y dice que el aborto no sólo no ha resuelto los problemas que afligen a muchas mujeres y a no pocas familias, sino que ha abierto una ulterior herida en nuestras sociedades, ya lamentablemente gravadas por profundos sufrimientos. El aborto causa unas heridas personales y sociales de las que la propaganda manipuladora no se ocupa; es entonces cuando la Iglesia que ha denunciado la situación, reitera el valor sagrado de la vida, acoge, anuncia la esperanza y se muestra cercana a las mujeres y a las familias que sufren.