Acercamiento a la Santísima Trinidad desde mi 

Autor: Isabel Conde Ramirez 

 

 

La fe no es ceguera. Es sentir en el corazón         Lo que los ojos del cuerpo no pueden ver y tener la certeza de que es, que existe En ese contexto hablaríamos de Misterio. Misterio de la Santísima Trinidad.

Dios creó el mundo y al hombre. Dios. Pero, ¿quién es Dios?. Para nosotros una palabra compleja: “el que es”.  La palabra Dios nos parece corresponde a “uno” en referencia a dioses de la antigüedad que eran muchos; pero no quiere decir que sea así: es en realidad una apreciación humana, por tanto pobre y escasa.

DIOS creó al hombre y le dio la tierra. Como Dios es todo grande, inmenso, diferente, uno, trino. Dios es indefinible aunque sabemos que en él se convergen  lo que llamamos 3 “personas”:  Padre, Hijo y Espíritu Santo. En verdad es uno solo en tres aspectos o acercamientos necesarios para que ese hombre comprenda la complejidad divina. Dios.

Dios hace al hombre y le entrega el paraíso (que pierde en su momento).Para reconciliarse Dios envía profetas, hombres santos (Antigüo Testamento), pero el hombre sigue sin entender el mensaje divino: La realización de la armonía divina, del amor ente hombres y tierra.  Dios, entonces, se abaja al hombre, se acerca a él y lo hace en forma humana: Jesús, su hijo, pues sale de él, no es creado es engendrado por el mismo Dios a través del modo posible y divino: escogiendo a una mujer pura y con la intervención en forma no humana sino de Espíritu.

El Espíritu Santo llegó a María.

El hombre siente a Dios de tres formas distintas: una, poderosa y plena que está omnipresente y a la vez oculta. Una cercana, con capacidad voluntaria para asemejarse al hombre y, que éste durante su contacto con él en la vida mortal tuviese tiempo para entender el mensaje de Dios. Mensaje en forma viva, no abstracta. Viviendo y sufriendo como cualquier individuo. Claro que puesto que el hombre hecho a imagen y semejanza de Dios está llamado a la perfección que hoy no tiene, él sí la conserva. Jesús es puro. Pero cumpliendo la voluntad del Padre debe sentir al igual que las demás personas: tentaciones, hambre, soledad, desengaños, tristeza, alegría, amistad. Es Jesús el Hijo de Dios como parte de él, no como hijo de una familia normal. El es Dios  en todo momento mas por amor al hombre se deja vilipendiar y sentir lo que sentiríamos nosotros, yendo más allá: con su ejemplo de paz, su hablar sincero y claro, con caridad y amor. Perdonando a los que le odian y enseñándonos que eso nos traerá, en principio problemas, muchos problemas: la Cruz, que  no rechaza. Cruz que como a nosotros nos hace caer, tres, diez, muchas veces. Jesús sufre. Es compadecido. Y…, finalmente duda. Tal como haríamos nosotros. Así nos recuerda que tras la duda también está Dios que nos espera: “Padre entrego a ti mi Espíritu”  .

Empieza el momento de ese Espíritu que entrega para ligero volver al Padre.

Al crearnos, Dios nos hace partícipes de “un juego completo de herramientas” para cambiar los defectos por virtudes. Nos concede la conciencia, o el Espíritu Santo para el creyente que alcanzó la fé. Jesucristo siempre llevó consigo al Espíritu Santo , fue la fuerza que le empujó siempre a seguir, y a morir. Empieza su otro camino…y, es entonces cuando promete a los suyos que no estarán solos, que su ejemplo permanecerá en sus corazones, aunque bien sabe que la memoria de los hombres, es  humana, insuficiente y débil…,

Sobretodo ante la adversidad. La memoria, a menudo, es miedo.

Jesucristo al morir entrega al Espíritu pues vuelve al Padre en su esencia pura. Ya no como hombre, como DIOS. Tras la preparación de los apóstoles al ver con sus propios ojos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, recuerdan que Dios estuvo con ellos para abrirles el camino de vuelta a casa. Ahora llega Pentecostés por primera vez.

 El Espíritu Santo, Dios hecho fuerza interna e inmortal  es enviado a los apóstoles que lo reciben junto a María, que ya llena de Espíritu Santo antes de nacer, sigue con ellos para darles cariño y apoyo, para que el hombre-niño que empieza a caminar no se caiga.

El Espíritu Santo está en nosotros por medio del Bautismo. En la misericordia divina, lo llevan, digamos en “menor” pero suficiente cantidad todo aquel que nace de mujer. Es la fuerza que dice: sigue adelante, al ateo. La fuerza que apunta al agnóstico que desea saber más, al filósofo que busca respuetas…Es la fuerza que  dice: cierra los ojos y sígueme, al hombre de fe.

El espíritu Santo  al ser Dios en fuerza, energía, empuje…nos trae y recuerda las virtudes que deberemos alcanzar para ser llamados hijos de Dios: los dones del Espíritu Santo.  ¿por qué?, porque en ese conjunto de “herramientas” de  defectos Dios pone también una serie de virtudes a alcanzar. Dios no nos pide tener uno, veinte, dos ó…ningún don. El pide en función del proyecto que tiene para cada uno de nosotros. Como buen padre, que pondría a nuestro alcance los mejores medios para nuestra educación sabe que los niños hacen bien o mal uso de ellos. El hombre ante Dios es libre. El nos creó libres. Esa es la grandeza de Dios. La libertad nos demuestra el inmenso amor que nos tiene. La libertad de estar junto a Él.

Llegados hasta aquí, completaremos al decir que Dios es Dios y se acerca al hombre bajo tres formas que son: PADRE, HIJO y ESPIRITU SANTO. Ese Espíritu es el que abandona el cuerpo y vuelve al Padre, pero no vuelve con las manos vacías, vuelve con nuestra redención, con la misericordia que hayamos ganado ó…, lamentablemente, con nuestra perdición.

Esta es, en esencia, lo que mi humilde corazón me dicta para compartir con vosotros en este artículo.