Oración a las enfermas del jardín del alma

Autor: Isabel Conde Ramirez 

 

 

Andaba la Virgen triste, por el frondoso jardín que delante tenía.

Sus ojos, humedecidos por las lágrimas vertidas por este mundo marchito que nada quería saber de Dios.

A su lado, su Hijo también pálido y languidecido no podía por menos que consolarla.

Y así llamando a un ángel bendito le dijo: Anda raudo a la Tierra que mis pies un día pisaron. Busca entre sus gentes, almas buenas deseosas de agradar a mi Padre. Insufla en ellas el espíritu de sacrificio. Escógelas bien. Elige en cada una de ellas una virtud y un defecto. Y abrázalas a tu pecho y lleválas al jardín. Allí, primorosas, harán un rosario con cada una de sus dolencias, allí, generosas unas sufrirán más que otras, allí cariñosas unas quitarán peso a la cruz de las demás. Allí, todas querrán pertenecerme y todas...me pertenecerán.

Angel mío ese jardín será conocido por JARDIN DEL ALMA y con cada corazón ensartaré una cuenta de Rosario que mi Madre Santísima llevará en sus manos. Primero un rosario, luego dos, y más tarde...tantos rosarios como granos de arena hay en el desierto.

Vamos, Ve, ya!! que mi Madre tiene las manos vacías y los ojos inundados de lágrimas.