La catequesis hoy, una experiencia humana

Autor: Jesús Alberto Rangel C.

 

 

Entrados ya en un nuevo milenio, la Iglesia ha dado mas importancia a la catequesis. No quiere decir esto que antes no la tuviera, pero de cara a los signos de los tiempos se ha hecho más énfasis a esta etapa de la evangelización que durante mucho tiempo fue tenida como un acto de preparación para determinado sacramento y que solo llegaba hasta allí, produciéndose un vacío entre uno y otro, sin seguimiento, sin ver resultados.

Hoy, mas documentos del Magisterio, mas autores se dedican a dar señalamientos, a crear planes, a diseñar metodologías a no centrar la catequesis como una simple educación de la fe o para la fe. El Directorio General para la Catequesis es claro en cada una de las características que deben acompañar un proceso catequístico. En la Constitución Dei Verbum (nn 25) y en el Catecismo de la Iglesia Católica (nn50 –75 se habla de la fe como respuesta a la Revelación. El mismo Directorio vincula la fe más a la evangelización que a la Revelación en cuanto a que esta ultima, de hecho, llega al ser humano ordinariamente a través de la Misión Evangelizadora de la Iglesia.

Partimos ahora más de la experiencia del hombre como tal, entendiendo su entorno, sus costumbres, su modo de vida como punto de partida para que a la luz de la revelación se logre llegar al encuentro con Dios y asimilarla en la vida cotidiana. Pasamos de esa catequesis lineal a una mas abierto, más espiral de la que no se pueden sacar las realidades humanas sino que se deben asimilar. Sobre todo en nuestra realidad latinoamericana, donde las manifestaciones de Dios son experiencia de estos pueblos que a imitación de Israel peregrinan desde situaciones difíciles pero con fe arraigada.

La catequesis de la experiencia es fundamental, entendiéndola como la “iluminación de la experiencia humana a partir de la Palabra de Dios que proporciona una significación nueva y da pleno sentido a la realidad situaciones o experiencia humana”(Comisión Episcopal de enseñanza religiosa)


Partamos de estos dos conceptos:


EXPERIENCIA: Es la conciencia más inmediata de la realidad. Una situación vivida de un modo concreto y existencial y cuando hablamos de EXPERIENCIA HUMANA plenamente formada, supone normalmente:

Atención al hecho

Toma de conciencia

Juicio e interpretación

Toma de actitud.

CATEQUESIS: Acción del Ministerio de la Palabra al Servicio del proceso de iniciación cristiana integral. Etapa de la Evangelización al servicio del Proceso de Conversión permanente o para educar a la fe permanente. A partir de la experiencia la catequesis debe ser la iluminación de ésta desde la Palabra de Dios.

LA EXPERIENCIA HUMANA Y CATEQUESIS.

La catequesis de nuestros tiempos debe ser viva, es decir debe asumir la experiencia humana común pero sin quedarse ahí, en el plano de los hechos, físicos, psíquicos o sociológicos, pues esto seria tan incompleto como no tenerlos en cuenta.

La experiencia, considerada en si misma, debe ser iluminada por la luz de la revelación y la catequesis viva debe asumir la experiencia de la fe, es decir una interpretación de los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios y una experiencia de la Palabra de Dios en el fondo de los acontecimientos.

Una buena catequesis asume el carácter histórico del Misterio de la Salvación que alcanzó su cumbre en Cristo. Entendiendo que la Salvación de Dios, no es solo Doctrina sino también acontecimiento, pues la Biblia no es un tratado sobre Dios sino la transcripción de la más profunda experiencia de Dios. No nos invita a hablar de Dios, sino a escucharle cuando habla proclamando su Gloria y acogiendo su acción.

En la Biblia la experiencia central es que Dios habla y actúa de muchas maneras, en acontecimientos diversos. Se manifiesta y el Pueblo tiene la experiencia humana de Dios.

En el DGC No.52 encontramos que "la experiencia ayuda a ser inteligible el Mensaje Cristiano" Jesús se sirvió de experiencias y situaciones humanas para anunciar realidades escatológicas y trascendentes e indicar a la vez la actitud ante ellas.

Cuando Juan El Bautista, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envía a sus discípulos a preguntarle si "era El el que tenía que había de venir o si había que esperar a otro", Jesús le remite a lo que están viendo y oyendo. Se dan las señales esperadas: los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen…(Mt.11,5)


El Mensaje Cristiano anuncia la experiencia de Dios y de Cristo. Hay que anunciarlo para que sea creído y para que sea vivido. Dios nos habla. Ello supone un respeto a la iniciativa de Dios, un discernimiento imprescindible y finalmente la acogida de algo que por encima de todo, es Don de Dios. Allí surge la experiencia de fe. 

Podríamos preguntarnos acerca de la relación existente entre la experiencia Humana y la Experiencia de Fe.

La relación una a otra no es solución. Tampoco se pueden yuxtaponer. Cuando hablamos del problema del salto de la experiencia humana a la iluminación cristiana se pone de manifiesto la falsedad de un proceso no llevado sobre la experiencia viva y real. La solución esta en la interacción, la relación fecunda entre la Palabra de Dios y la Vida del hombre, la integración de la experiencia humana común en la experiencia de la fe. El DGC afirma que " la experiencia de fe asume la experiencia humana común y supone una configuración nueva y total de la propia experiencia" (153 y 87)

De allí entonces que la fe cristiana no puede llegar a ser una fe sin experiencia. Y la fe a la luz de la experiencia nos lleva a la expresión de la misma en los actos, y a asumirla en su totalidad.