Benigni, los jóvenes y el amor

Autor: Jorge Enrique Mújica

 

 

Es un hombre alegre, expresivo, de excelente buen humor y, para sorpresa de muchos, creyente. Se llama Roberto Benigni y es actor y director de cine italiano. Saltó a la fama mundial hace unos años tras el éxito de la cinta «La vida es bella» que le dejó varios premios internacionales entre los que se cuenta el Óscar a la mejor película extranjera.
A mediados de febrero de 2006, en la víspera de san Valentín, fue invitado por Mons. Vincenzo Paglia a la ciudad de Terni para hablar del amor a los jóvenes congregados en un encuentro organizado por esa diócesis italiana.
Para pasmo de los presentes, Benigni encauzó el tema que expuso desde la perspectiva de la fe. Más que una conferencia monótona y aburrida, fue una confesión amena donde evidenció su experiencia personal e íntima de la fe. 
Inició definiendo a Jesús como «inventor del amor desinteresado» Dijo, con soltura y sencillez: «vosotros me diréis que el amor ya existía. ¡Es verdad! También las ondas de radio y la electricidad existen desde siempre, pero si no había alguien que las descubriera, no lo hubiéramos sabido». «Él ha declarado verdaderamente qué es el amor. Siendo el hombre que no podía pecar -explicó- cargó con los pecados de todos; el hombre que no podía morir murió por amor de todos». La amenidad de la charla atrapó al público joven que llenaba a tope el teatro Verdi de la ciudad.

El actor demostró, aunque no la citó expresamente, que había leído la encíclica «Deus caritas est» de Benedicto XVI: «El amor es para los demás, pues nuestra felicidad depende de su felicidad, y esto es lo que nos ha enseñado Jesús».

Suelto, franco y muy natural, el director y actor no pudo esconder su humor ni siquiera al hablar de Jesús. «Nosotros hacemos los chistes sobre las suegras. Él enseñó el amor incluso a las suegras», manifestó citando el pasaje del Evangelio de san Marcos en el que Jesús cura a la suegra de Pedro. Y agregó: «¡Así podía hacerles la comida!». 

En el evento, Benigni recitó pasajes del Cantar de los Cantares y dirigió su último pensamiento a María, citando unos versos de Dante Alighieri, en los que dice: «Virgen Madre, hija de tu hijo, humilde y alta más que otra criatura, término fijo del consejo eterno». 

Al finalizar el evento los asistentes salieron satisfechos. Se habían quedado no con una conferencia más sino con el testimonio luminoso de la fe de un famoso. Benigni transmitió lo que llevaba dentro, sus reflexiones diarias, su vida interior, sus convicciones personales. Hechos como estos evidencian que los jóvenes están sedientos, abiertos a la fe. Que el testimonio de un personaje conocido ofrece una visión accesible a todos; trasluce una lección donde la fe es vista no como adorno de la vida sino como su pilar.