En la risa y en el llanto

Autor: Josefa Romo Garlito 

 

 

En verano, multitud de jóvenes olvidan sus diversiones para ir al encuentro de los pobres en el Tercer Mundo.

Llegan como voluntarios, dejándose, en España, la comodidad. Luego, regresan felices de haber servido a 
los necesitados, raíz del verdadero gozo. Me recuerdan la Visitación de María, que la Iglesia celebra al terminar mayo. Olvidándose de sí, María atraviesa voluntaria las montañas de Judea y va rápida, tras el anuncio del Ángel, a visitar a su parienta Isabel, que ha concebido un niño milagrosamente en la vejez. María es ejemplo de caridad, que consiste en el amor, en compartir los sentimientos de gozo y de pena, acompañado del deseo sincero de prestar ayuda. 

“Reír con el que ríe y llorar con el que llora” -dice la Escritura-. En la risa y en el llanto, aparece el que ama. Podrá desaparecer cuando todo va bien; pero en los momentos claves de dolor o de alegría, la presencia del familiar o amigo confirma el cariño. Si

las alegrías y las penas de los otros no nos dejan indiferentes, es señal de que la caridad anida en nuestro pecho. La caridad reviste múltiples facetas: “es compasiva y servicial, paciente, se complace en la verdad...” ( San Pablo), y es también imaginativa, en su deseo ardiente de solucionar los problemas de las nuevas pobrezas. Acaba de decir el Papa: «La fe debe realizarse en la vida sobre todo en el amor al prójimo y particularmente con el compromiso con los pobres».