Simios

Autor: Josefa Romo Garlito 

 

 

Protegerlos para evitarles sufrimientos  y el peligro de extinción, me parece bien (nosotros no tenemos esos animales, salvo en los zoos), y no sólo debe hacerse con primates. A mí no me gusta que se maltrate a los animales; me parece señal de tener dura la piel y feo el corazón. Pero de ahí a equiparar en derechos, a los animales con los hombres, como si tuviesen la misma dignidad humana, va un abismo. ¿No es una burla a la razón, un insulto a la inteligencia? Cualquier exageración produce pena o risa; en este caso, se trata de algo ridículo. Pero no es la primera vez en la historia que a alguno se le ocurre algo así: el emperador Calígula nombró a su caballo, senador. ¿Locura? ¿Soberbia? ¿No tiene la soberbia algo de locura?