La igualdad de la mujer al varón

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

Con motivo del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), me vienen algunas reflexiones.

Hace tiempo que se reivindica la igualdad entre la mujer y el varón; pero han faltado matices, por lo que no siempre y en todo, los resultados han sido favorables ni para ellos ni para nosotras. Bajo el pretexto de igualdad, idea justa, se esconde una ideología de feminismo radical devastadora.

Hombre y mujer son iguales en cuanto que ambos son personas, dotadas de inteligencia, sentimientos y voluntad libre; pero la naturaleza de la mujer y la del varón presentan matices distintos (ahora hay que afirmar lo obvio), y se complementan en su ser psico-físico. Hay que promover la igualdad, pero en la diversidad.

Si somos iguales-dicen (algunos)-, pues a “currar” igual, a competir igual, a tratarnos igual, a vestir igual ... Lo de vestir, vale: el pantalón a algunas les sienta muy bien y no les hace perder su apariencia femenina; es más, es prenda más abrigada y, en ocasiones, muy práctica. Lo de la competición es positiva para ciertos trabajos: los intelectuales (ciencia, política, enseñanza, dirección de empresas ...), en los que el hombre en nada aventaja a la mujer: si bien, en general, a ellos se les desarrolla mejor la lógica, nosotras solemos ser más intuitivas y resolvemos antes y con mayor precisión los problemas. ¿Y otros tipos de trabajo? Para algunos existe la misma capacitación; pero los hay más propios de las mujeres; a otros se adapta mejor el hombre por su fuerza física, aunque ahora se suele recurrir a máquinas sofisticadas. En cuanto a la paridad en los puestos de trabajo y en la política, lo justo es que no haya discriminación, y con esto vale.

Un detalle: en lo humanitario, ella se lleva la palma (para lo malo, quizá también). Es proverbial la exquisitez de sentimientos de Teresa de Calcuta. Tampoco han faltado varones con sensibilidad: innegable el ejemplo del Padre Damián de Molokay, de San Juan de Dios y Benito Menni..., y el de Henri Dunant, cristiano de Ginebra y fundador de la Cruz Roja.

La naturaleza femenina es fuerte y resistente; pero la mujer es delicada. Las parejas que aprecian positivamente sus diferencias, se sienten enriquecidas y más fácilmente conviven en armonía. Querer igualar lo distinto, no es inteligente ni beneficioso: conduce a la pérdida del respeto y de la atención debida. En cuanto a la paridad en los puestos de trabajo y en la política, lo justo es que no haya discriminación, y con esto vale.

Hay ideologías ciegas y hoy hay que afirmar lo obvio.