El Día del enfermo

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

El 11 de febrero se celebró la Jornada Mundial del Enfermo, que instituyó Juan Pablo II en 1992. En el ambiente hedonista que respiramos, es necesario un alto en el camino para darnos cuenta de la limitación humana. Hoy podemos disfrutar de salud, pero no sabemos hasta cuándo. Esta época de extraordinarios avances científicos y tecnológicos, es regresiva en el aspecto moral y social: no se valora a las personas por su dignidad humana sino en función de su rendimiento económico, indicativo de enorme pobreza interior. Aprovecho para felicitar a los profesionales de la salud ( enfermeras, médicos, auxiliares de
clínica, celadores, voluntarios, farmacéuticos…) y, especialmente, a los religiosos y religiosas que han hecho de su amor oblativo al que sufre, la dedicación ilusionada de su vida ( hermanas Hospitalarias de San Benito Menni, Hermanos de San Juan de Dios, monjitas
de San Vicente de Paúl, de la Madre Teresa de Calcuta, etc.). No sólo se ganan un puesto elevado en el Cielo, sino que aquí en la tierra se enriquecen con las más bellas cualidades que pensarse pueda: la comprensión, la generosidad, la paciencia, la capacidad de
acompañamiento amoroso al que sufre… ¡Mi admiración singular para las personas que consagran su vida a Dios en la atención a los enfermos mentales que no pueden vivir en su casa: les atienden como a hermanos en la suya!