Semana Santa

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

La Semana Santa, aun sin salir de casa, se hace patente en las imágenes que profusamente ofrecen la
televisión y la prensa.

Con ser solemnes todos estos días, sobresale el Domingo de Resurrección, que se prolonga en la Semana
de Pascua. De nada serviría la muerte de Cristo si no desembocase en su Resurección gloriosa, preludio de la
nuestra. la tristeza del Viernes Santo cobra sentido en la alegría inmensa de la Resurrección, constatada
por los apóstoles del Señor y sus discípulos fieles.
Estaban seguros: sus ojos lo vieron resucitado, comió con ellos junto al lago, sus oídos volvieron a escucharle y algunos lo tocaron. A partir de entonces, con la fortaleza del Espíritu Santo, estarían dispuestos a jugarse la vida por él.

Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra fe sería una tontería; pero como sabemos que él vive, podemos decir
con san Pablo que somos los más felices de los hombres , en medio del dolor mantenemos la paz y frente a la
muerte propia o de los nuestros, nos consuelan sus palabras: "Yo soy la Resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque haya muerto, vivirá".