Del limbo, del Cielo y del Infierno

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

¿Ha eliminado Benedicto XVI el limbo? Algunos, por falta deformación, lo han presentado así en la Prensa. La existencia del limbo, a diferencia del Purgatorio, del Cielo o del Infierno, no es dogma de fe, y el Papa está de acuerdo con la Comisión Teológica Internacional (entidad consultiva), que defiende que los niños sin uso de razón que mueren sin bautismo, también se salvan por los méritos de Jesucristo, pues "Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (Antiguo Testamento). Recuerdo que cuando Juan Pablo II habló del Cielo como un "estado" o situación, también saltó el tema a la Prensa. No se trataba de nada nuevo. Entiendo que no es fácil la explicación y representación de conceptos abstractos, y no resulta raro que se recurra a metáforas y alegorías. El Cielo es la unión con Dios por el amor, una situación idílica que produce la mayor dicha. No puede ser un lugar, pues Dios es espíritu y no ocupa terreno. Por el contrario, el Infierno es una situación interior de angustia, de remordimientos por el abuso de la libertad, un estado de desesperación tan honda que Jesucristo habla del "fuego eterno". Está preparado "para el diablo y sus secuaces", y ese estado de sufrimiento perenne lo tendrán también quienes no quieren servir a Dios sino seguir el impulso de pasiones desordenadas, no practican la misericordia ni se arrepienten de sus pecados. Al Cielo irán los que aman a Dios y al prójimo con obras y de verdad: "Venid benditos de mi Padre, a tomar posesión del Reino, porque tuve hambre y me disteis de comer…"