Felicitación al Cardenal Rouco

Autor: Josefa Romo Garlito 

No argumentan, critican por prejuicios; no respetan, descalifican a quienes, en uso de su derecho a la libertad de expresión, contradicen los postulados y leyes inicuas promovidas por el gobierno y sus socios radicales.   ¿ No es el estilo de algunos de nuestros actuales gobernantes, demostrado, una vez más,  tras la Concentración de la Familia el 30 de diciembre en   Madrid?
Sr. Cardenal, estoy segura de que a usted, atento al panorama laicista, intolerante, que ahoga libertades en nombre de la tolerancia y de la libertad, no le sorprenden las críticas, a las que está acostumbrado. Usted no tiene miedo: conoce muy bien las palabras de Cristo: "No tengáis miedo. Yo he vencido al mundo". Juan Pablo II también pedía a los católicos no tener miedo y abrir "de par en par las puertas a Cristo" .  A nuestros "gobernantes" sí les cogió de sorpresa una manifestación millonaria en respuesta a la invitación del Arzobispo de Madrid, cardenal Rouco: no podían suponer que pudieran   presentarse, al poco, y sin bocadillos ni autobuses gratis, una multitud  ingente para alabar a Dios y bendecir su nombre en la calle y en la plaza;  para exponer el valor de la familia, santuario de la vida y célula básica de la sociedad.  Pequeños y grandes dieron testimonio público de fe y de esperanza en la fuerza siempre nueva y renovadora de la familia cristiana, y de amor a la vida sin fisuras. Menudo órgano para un gobierno que se ha caracterizado por el desprecio a la Iglesia y a la familia, la institución más antigua, ( más que el Cristianismo y el Estado), más universal y más necesaria (sin ella el hombre está perdido en un mundo   inhóspito),  más humana y humanizadota, Patrimonio común de la Humanidad.  

¿ Qué efecto han tenido las críticas? Creo que positivo: una conocida mía comentaba en una tertulia   entre amigas: 'si no hubiera sido por las críticas, creo que habría pasado desapercibida para muchos esa Concentración humana; así, todo el mundo se ha enterado, se ha admirado y, en muchas familias, como en la mía, se ha comentado la razón de los cardenales, la belleza del amor matrimonial y su éxito en los hijos, y la sinrazón de las   críticas de gobernantes, sin sentido.