Sobre abortos y crucifijos

Autor: Josefa Romo Garlito 

Dos noticias españolas me dejan estupefacta: la sentencia contra el crucifijo en Valladolid y el número de abortos. Según cifras oficiales, han sido 112.138 los abortos provocados en 2007, el 10% más que en 2006 y el doble que el año 2000. Más de un millón desde julio de 1985, cuando Tomás y Valiente, entonces Presidente del Tribunal Constitucional- luego víctima de ETA-, diera su voto de calidad para la despenalización del aborto en tres supuestos (el de salud de la madre ha sido un coladero). Como dijo, en una entrevista, Lucía, la vidente de Fátima, el aborto es diabólico. ¿Hundirá, su raíz, en el laicismo y la degeneración moral que se infiltra como carcoma en nuestra sociedad hedonista y libertina? El aborto promovido por autoridades políticas, comenzó en la Rusia comunista en 1920. Es una injusticia tremenda. No es la sociedad en general, quien quiere el aborto, como tampoco quien busca quitar, de los lugares públicos, la cruz, símbolo de protesta contra la barbarie (también la del aborto y la del terrorismo organizado). ¿Quiénes odian la Cruz? Quienes sienten despego por nuestra cultura y tradiciones; quienes no aceptan el respeto debido a cualquier persona por su dignidad humana, valor que despierta el crucifijo; quienes no quieren darse cuenta de que Jesús de Nazareth, más allá de religiones, es Patrimonio de la Humanidad, como lo fueron Ghandi, Madre Teresa de Calcuta y Lutero King, que, atraídos por el ejemplo de Cristo, se lanzaron a una siembra generosa de amor y de paz