Amor y de Esperanza

Autor: Josefa Romo Garlito  

 

 

Lo que viví hace años, hoy va extendiéndose como una mancha de aceite: una de las Jefas prohibió cantar villancicos en el aula y hasta en cualquier rincón del patio durante el recreo. Claro que algunos no admitían la injusta norma y, en mi clase, se atrevían a entonarlos por su cuenta el último día, siguiéndoles el resto de la clase. Bajo las presiones del laicismo, Noche de Paz, el Tamborilero y la Marimorena llegaban más al alma y se hacían muy sabrosos. ¿ Por qué yo habría de impedirlo, como se me pedía? Ser tajante en ese punto, además de contradecir
mis sentimientos, habría sido una injusta represión de la libertad de los chicos. La Jefa en cuestión, era presa de una absurda ideología laicista; quizá pretendiera cosechar méritos o ignorara la Constitución y la Ley orgánica de libertad religiosa.
Una norma que prohibe la exteriorización de la alegría de la Navidad con cánticos, escenificaciones o con el tradicional belén ( un año me prohibieron ponerle luces y me anunciaron la prohibición total para el año siguiente), es una norma ilegal, antidemocrática, totalitaria e irrespetuosa con nuestra cultura y tradiciones.