Mayo 2010
Autor: Josefa Romo Garlito  

 

En mayo, el mes de la Virgen, adornamos su imagen rodeándola de las más bellas flores, que parecen celebrarla y cantarle rompedoras de alegría. En las escuelas se hacía el ejercicio de las flores. Ahora, ya no. ¿Será porque la Virgen habla de pureza al corazón de los niños y los jóvenes? ¿No nos damos cuenta de que necesitan vivir la castidad para ser limpios de alma y sanos de cuerpo?

El mes de mayo me trae muy vivo el recuerdo de la Virgen, su pureza y hermosura, su amor maternal, que a ningún mortal deja en olvido. ¿Quién, en su madurez, no recuerda el “Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María, que Madre nuestra es”? Cuando se ha cantado de niño y se vuelve a oír de mayor, ¿no es verdad que reverberan, en el interior, los nobles sentimientos que prendieron en la infancia? Otro tanto ocurre con la Salve Marinera, que escuchamos en un funeral por los cuatro marinos fallecidos en Haití, retransmitido por televisión española ( 20 de abril de 2010) y que aún podemos ver en YouTube. Emocionante esa salve que encanta a los marineros: “Salve!, Estrella de los mares, /de los mares iris, de eterna ventura. ¡Salve!,¡oh, Fénix de hermosura!/ Madre del divino amor (…)”.La Salve Marinera, procedente de la zarzuela El Molinero de Subiza, podemos considerarla casi como un himno de la Armada Española, desde 1942.