Solo basta un poco de confianza
El círculo vicioso de la pobreza

Autor: Padre José Martínez Colín
 
 
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Para saber


Hoy les transcribo una interesante historia real relatada por el escritor Alfonso Aguiló.
Sucede que en el año 1974, Muhammad Yunus recorría las calles de una población de Bangladesh que sufría una feroz hambruna. Yunus era un profesor universitario de 34 años, formado en Estados Unidos, que había vuelto a su país para colaborar en la reconstrucción nacional iniciada tras su independencia de 1971. Era Director del Departamento de Economía de la Universidad de Chittagong, y ansiaba que sus clases se adaptaran a la realidad que trágicamente vivía su país, por lo que buscaba la raíz las dificultades visitando las aldeas.

Aquel día de 1974, Yunus se encontró por las calles con una mujer llamada Sufia. Tenía 21 años y era madre de tres hijos. Se ganaba la vida trenzando cestos y taburetes de bambú. Estaba avejentada y con las manos callosas. «No comprendía -comentaba Yunus- cómo era tan pobre haciendo taburetes tan bonitos». Ganaba 9 centavos con cada taburete, pero era tan pobre que no disponía de dinero para comprar materia prima. Eso le obligaba a trabajar para un intermediario que le sometía a condiciones de auténtica esclavitud. «Dios mío, -pensó Yunus- esta mujer es esclava por 9 centavos. Cuando vi que sólo necesitaba 25 centavos para salir de aquel círculo vicioso, me alteré. Luego me pregunté si aquello sería un caso aislado o habría más gente así».

Volvió al día siguiente y comprobó que 43 de sus habitantes acumulaban deudas por un total de 27 dólares. «No pude aguantarlo más: saqué los 27 dólares de mi bolsillo y les dije que podían ser libres. Podían devolvérmelos cuando pudieran. Quería que con ese dinero compraran los materiales para trabajar y se liberaran de los intermediarios. En un año, día a día, aquellas personas devolvieron ese dinero».

Yunus vio que con muy poco se podía cambiar la vida de mucha gente. Pero su capacidad financiera tenía un límite y había mucha gente necesitada de un pequeño préstamo que les sacara de la pobreza. Los bancos solo prestaban a quienes daban garantías de poder devolverlo, y no era el caso. En vano intentó convencerles de que los pobres devolvían el dinero con más honestidad que los ricos.

Basado en la confianza se ofreció como avalista y el resultado fue espectacular. Tuvo entonces una idea revolucionaria: crear un banco cuyos clientes fuesen pobres y cuya única garantía de pago fuese su palabra. Fue un éxito rotundo. En 1976 se constituyó formalmente el Grameen Bank, basado en conceder microcréditos a personas pobres. Hoy tiene en Bangladesh más de 6 millones de beneficiarios de créditos, el 97% mujeres repartidas por 18.000 aldeas. El 99% de los préstamos son devueltos.

La idea del Graneen Bank está hoy extendida por todo el mundo y Muhammad Yunus recibió en 2006 el Premio Nobel de la Paz. Su éxito ha estado en descubrir necesidades de las personas, confiar y ayudarlas a cambiar, sin crear dependencias.
Algo parecido sucede en la vida diaria de muchos de quienes nos rodean. Pasan por situaciones difíciles que se podrían resolver con sólo una pequeña ayuda, otorgándoles un voto de confianza. Pero son pocos lo advierten, y menos aún los que se deciden a complicarse la vida, arriesgar un poco y tender la mano ofreciendo ayuda. Aún tenemos mucho que aprender.