El Papa y los Juegos Olímpicos.

El deporte como escuela de valores
Autor: Padre José Martínez Colín
 
 
1) Para saber 

Con ocasión de los Juegos de la XXIX Olimpíada, el Papa Benedicto XVI dirigió tanto a los atletas, como a China, a los organizadores y participantes, un cordial saludo. Les manifestó en su mensaje su deseo de que cada uno dé lo mejor de sí mismo, con el genuino espíritu olímpico. 

El deporte ya es parte importante de la sociedad contemporánea. Como espectáculo y como práctica personal es un elemento positivo de la formación integral del hombre y de su cultura. Desgraciadamente también podemos constatar que los intereses económicos o la extrema competitividad desenfocan la dignidad del deporte apareciendo facetas negativas como la corrupción, la enemistad o el dopaje.

Sin embargo, el deporte sigue siendo una escuela de valores humanos, y una oportunidad para mostrar un espíritu de compañerismo y amistad entre las personas, aun cuando en la cancha sean rivales. 

2) Para pensar 

Hay varios ejemplos de cómo hay que comportarse en el deporte. Uno de ellos nos lo dio un deportista hace muchos años. Se trata de un futbolista que jugaba en España llamado Telmo Zarraonaindía, y que el público le llamaba cariñosamente simplemente como “Zarra”. Jugaba con un equipo llamado Athletic de Bilbao.

Zarra jugaba de delantero, siempre atento para marcar goles. Era un jugador muy combativo, serio, gran rematador de cabeza. Tan es así que decían, en tono irónico aunque con algo de verdad, que era una de las mejores cabezas de España. Era seleccionado nacional y era imprescindible tenerlo en la delantera.

En una ocasión un periodista le preguntó cuál había sido el gol más importante de su vida. El periodista pensaba que le diría uno espectacular, por ejemplo, ante Inglaterra en su propio estado de Wembley cuando marcó el gol con el que la vencieron. Sin embargo Zarra se refirió a otro juego.

Fue uno que jugó en la ciudad de Málaga. Y se dispuso a contarle cómo había sido. Zarra tenía el balón y se dirigía corriendo por un extremo de la cancha hacia la meta contraria. Un defensa contrario lo seguía a toda velocidad e intentaba frenarlo, pero no podía. En ese esfuerzo, el defensa cayó al suelo dando la impresión de que había sufrido un golpe grave. Zarra no lo había tocado, pero el defensa realmente se veía muy lastimado y dolido. Estando el defensa derribado, Zarra podía dirigirse libremente a la meta para anotar fácilmente. Sin embargo, Zarra frenó su carrera y no aprovechó las circunstancias para anotar, sino que lanzó fuera el balón, y acudió a ayudar a su contrincante caído. Todo el público apreció el gesto caballeroso del jugador y lo victoreó a coro en un sólo clamor: “¡Zarra!, ¡Zarra!”, gritaba todo el estadio. “Ese fue el gol más serio de mi vida”, declaró Zarra al periodista.

Pensemos que esa actitud no sólo hemos de vivirla en el deporte, sino en todo momento, en dónde es más valioso olvidarse de uno mismo y sus intereses, para atender a quien realmente necesite de nuestra ayuda.

c) Para vivir  

El Papa concluía en su mensaje: “Sigo con profunda simpatía este gran encuentro deportivo… y espero vivamente que brinde a la comunidad internacional un ejemplo válido de convivencia entre personas de las más diversas procedencias, en el respeto de la dignidad común. Ojalá que una vez más el deporte sea prenda de fraternidad y de paz entre los pueblos.”