Propósitos de Año Nuevo.
¿Cuáles son mis verdaderos intereses?Autor: Padre José Martínez Colín
1)
Para saber
Posiblemente muchos se habrán hecho muy buenos propósitos al inicio del año.
Habrá de varias clases: hacer más ejercicio, bajar de peso, etc. Esos propósitos
muestran nuestros intereses. Si bien, es importante mantener el cuerpo en forma,
lo es más aún tener el alma. Por ello, es conveniente pensar en cómo crecer
espiritualmente, cómo crecer en el amor a Dios.
2) Para pensar
¿Cuáles son nuestros intereses? Un relato nos ilustra al respecto.
Se cuenta que un newyorkino enseñaba la ciudad a un amigo japonés, mientras
hablaban de varios temas, incluyendo el de la fe. Paseaban por el centro de
Manhattan, a la hora del almuerzo. En medio del infernal ruido producido
simultáneamente por bocinas, sirenas, altoparlantes, música a todo volumen y
miles de personas hablando al mismo tiempo, el oriental le dijo a su amigo:
"Estoy oyendo un grillo".
“¿Qué? ¡Debes estar loco! -replicó el americano- ¡No es posible que puedas
escuchar un grillo en medio de todo este ruido!”
Sin decir nada, el japonés caminó hacia un tarro de flores que había en la acera
y, tras una ligera búsqueda, extrajo de allí un pequeño grillo. El amigo,
sorprendido, dijo: "Esto es extraordinario, debes tener los oídos de Superman".
“No -respondió el nipón-, mis oídos son iguales a los tuyos. Solo que todo
depende de lo que a uno le interese escuchar”.
Para demostrar lo que decía, sacó de su bolsillo varias monedas y discretamente
las dejó caer al piso. El sonido producido por las monedas al tocar el suelo
provocó que todos los transeúntes voltearan inmediatamente la cara, curiosos por
saber dónde había caído el dinero.
“¿Ves lo que te digo? -insistió su amigo oriental-, el sonido del dinero lo
escucharon todos, pero el del grillo no. Todo depende de lo que es importante
para ti. Tu mismo pregúntate, ¿Qué es importante para mí? Pues de la respuesta
que des, dependerán tus acciones. Algunos dicen que no pueden oír a Dios, que Él
nunca les habla. Pero quizás no lo pueden escuchar porque ese no es el sonido
que quieren oír. Pueden escuchar la moneda que cae al piso, pero son incapaces
de captar el chirrido del grillo”.
Y terminó diciendo el japonés: “Dice una canción «no busques a Cristo en lo
alto, ni lo busques en la oscuridad, mucho menos entre la multitud, pues muy
dentro de ti, en tu corazón, puedes adorar a tu Señor». Dios es esa musiquita
dentro de nuestro ser, que no debemos acallar por escuchar otros atractivos
sonidos”.
3) Para vivir
En la mayoría
de los casos la conversión que nos pide Dios no será cambiar de actividades,
sino de actitud. Es decir, cambiar nuestro modo de estar en esas mismas
actividades: Si antes me enojaba ver a mi cuñada, o mi suegra, mi conversión
consistirá en tratar de vivir la caridad y no criticar más; si me impaciento
demasiado con los hijos, habré de tener más paciencia y no dejarme llevar por la
ira; si no obedezco rápido y de buena manera a mis padres, mi conversión podrá
consistir en obedecerlos ‘a la primera y con buena cara’.
En pocas
palabras, la conversión consistirá en hacer lo que ya hacemos, pero como más le
agraden a Dios. Haciendo un examen de conciencia sabremos qué nos pide Dios. Y
si no hallamos en qué, preguntémosle a quienes conviven con nosotros, ellos sí
lo saben.