Entrevista a un actor.
Para saber interpretar a CristoAutor: Padre José Martínez Colín
1)
Para saber
Al empezar esta Cuaresma, el Papa Benedicto XVI ha enviado un mensaje
donde nos
propone reflexionar
sobre la justicia. Para ello nos recuerda que: «La justicia de Dios se ha
manifestado por la fe en Jesucristo» (cf. Rm 3,21-22).
San
Agustín decía que
si “la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia
humana la que aparta al hombre del verdadero Dios” (De Civitate Dei, XIX,
21). Si bien, los
bienes materiales ciertamente son útiles, es más
importante
para el hombre cubrir la necesidad que tiene de Dios.
Pues el hombre, además del pan y más que el
pan, necesita
a Dios. Lo “suyo” es tener a Dios.
Adán y Eva,
seducidos por la mentira de Satanás, sustituyeron la lógica del confiar en el
Amor por la de la sospecha; cambiaron la lógica del recibir y del esperar
confiando en los dones de Dios, por la lógica ansiosa del aferrar y del actuar
por su cuenta, se quisieron independizar de Dios, experimentando como resultado
un sentimiento de inquietud y de incertidumbre.
2) Para pensar
El hombre necesita de Dios y cuando pretende independizarse de Él, se
autodestruye. El Papa nos previene contra esa presunción: Para entrar en la
justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia que es el origen
de nuestras injusticias.
El famoso fabulista Esopo, conocedor de la naturaleza humana, nos muestra en una
de sus relatos las consecuencias de engañarnos a nosotros mismos pretendiendo
ser más de lo que somos.
Érase un lobo orgulloso de su sombra. Cierto día vagaba el lobo por lugares
solitarios, a la hora en que el sol se ponía en el horizonte. Viendo su sombra
bellamente alargada exclamó: “¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla
que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey
de los animales!”
Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó a
devorarlo.
Entonces el lobo, cambiando de opinión, tuvo que reconocer y se dijo: “La
presunción es causa de mi desgracia”.
3) Para vivir
Es preciso reconocer que toda salvación nos viene de Jesús. En ello hemos de
ahondar en esta Cuaresma. Nos lo afirma San Pablo: “no hay diferencia alguna;
todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el
don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús… por su
propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia” (Rm 3,21-25).
Toda salvación, toda justicia, nos viene de la gracia ganada por Jesucristo. No
es el hombre el que se cura a sí mismo, sino por Jesús que se sacrificó por
nosotros. Ello significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran
del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios, que ha pagado por
nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante,
con su propia sangre.
Hay que descubrir y aceptar la propia indigencia, la necesidad de su perdón y de
su amistad. Para ello hace falta humildad. Y así, si queremos alcanzar una
auténtica conversión, un propósito para esta Cuaresma podría ser acudir al
sacramento de la Penitencia para recibir esa gracia y ser justificados por
Jesucristo.