Que clase de ser humano soy?
¿Soy vaso, canal o fuente?

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber


Es difícil contestar que tipo de persona somos, e incluso a veces nos conocen mejor los demás que nosotros mismos.
Una persona hizo una clasificación en tres tipos de personas que nos puede ayudar a ubicarnos. Decía que podían ser como un vaso, que es el que retiene y no da nada; como un canal que da, pero no retiene. O como la fuente que, además de dar, retiene.
Para los seres humanos-vaso, su única ocupación es almacenar conocimientos, “perfecciones”, cosas y dinero. Son aquellos que creen saberlo todo y tenerlo todo. No comparten su alegría, ni poner al servicio de los demás sus talentos o cosas. Son extraordinariamente estériles; servidores de su egoísmo; carceleros de su propio potencial humano. Algunos niños suelen caer en este tipo, son los que siempre están pidiendo, pero difícilmente dan. Aunque hay muchos adultos que también se quedan aquí.
Por otro lado existen los seres humanos-canal. Son aquellas que se pasan la vida haciendo y haciendo cosas. Su lema es: "producir, producir y producir". No están felices si no realizan muchas muchísimas actividades y todas de prisa, sin perder un minuto. Pueden hacer las cosas bien, pero no las comparten. Incluso atropellan a las personas con tal de producir. Al hacer pretenden colmar sus carencias; hacen; pero no retienen. Siguen dando y se sienten vacíos. Si hacen cosas, pero no pensando en los demás. Es un hacer por hacer. Por ejemplo, hay profesionistas que exageran el tiempo de su trabajo e incluso descuidan a su familia por dedicarle mucho tiempo a trabajar. O si alguien les pide ayuda, se excusan en que están haciendo algo.
Pero también podemos encontrar seres humanos-fuente, que son verdaderos manantiales de vida. Capaces de dar sin vaciarse, de regar sin decrecer, de ofrecer su agua sin quedarse secos. Son aquellos que nos salpican "gotitas" de amor, confianza y optimismo, iluminando con su reflejo nuestra propia vida. Están siempre pensando en cómo servir mejor y están dispuestos a sacrificarse dando sus cosas y su tiempo. Y es que cuando se da amor, uno se llena más de él.

2) Para pensar

Esta clasificación nos sirve para saber si lo que hacemos lo dirigimos al servicio de los demás o solo es para una satisfacción personal.
Seguramente todos querríamos ser fuente, donde diéramos a los demás sin quedarnos vacíos. Para ello es preciso darnos cuenta que la fuente no crea su agua, sino que la recibe. Lo principal en nuestra vida es dar amor en todas diversas maneras: al servir, al trabajar, al hablar, etc. Por ello hemos de estar unidos a la fuente del amor. Y esa fuente es Dios. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI, Dios es Amor.


3) Para vivir


En nuestro vivir diario se presentan muchas oportunidades de ser generosas y pensar antes en los demás que en uno mismo. Si practicamos este deseo, viviremos e impregnaremos de espíritu cristiano el ambiente donde vivimos, pues estaremos imitando al Señor que no vino a ser servido, sino a servir.
San Josemaría nos recuerda que hemos de dar sin medida, sabiendo siempre habrá un fruto grande: “¿Hay locura más grande que echar a voleo el trigo dorado en la tierra para que se pudra? –Sin esa generosa locura no habría cosecha. Hijo: ¿cómo andamos de generosidad?” (Camino 834)