La voz del Papa

El Papa vuelve a escribirnos
¿Sabemos dar razón de nuestra esperanza?

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber

“«SPE SALVI facti sumus» – en esperanza fuimos salvados” Así comienza la nueva Encíclica del Papa Benedicto XVI que presentó justo por comenzar el Adviento. Y es que nuestra vida es como un adviento en donde caminamos siempre con la esperanza de un futuro mejor.

En esta carta, rica en contenido, el Papa nos envía un mensaje optimista. Aunque antes de la venida de Cristo muchos vivían en un mundo oscuro y ante un futuro sombrío, con la Redención “se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”.

Y la meta del cristiano cumple esas condiciones: estamos seguros de ella y es la más grande que justifica cualquier esfuerzo. La meta es la unidad con Dios, de una felicidad eterna, sin fin. Sin embargo, es difícil comprender ampliamente en qué consistirá concretamente esa meta. Por ello el Papa con esta carta nos ayuda a profundizar sobre ese futuro, dada su importancia radical para cada persona. 

2) Para pensar 

Se cuenta que había una vez un mono que andaba saltando de árbol en árbol. Mientras saltaba vio un bello nogal. Cogió una nuez y la mordió. Como la cáscara estaba amarga, el mono la tiró rápidamente y se quedó sin probar el rico bocado que tenía dentro.

En la vida sucede lo mismo. A veces se comienza una actividad: aprender un oficio, leer un libro, hacer ejercicio, etc. Y cuando llegan las primeras dificultades, abandonan la tarea iniciada y, quedándose sin saborear las satisfacciones que les hubiera traído acabarlo. En la vida espiritual suele suceder lo mismo. Después de un inicio entusiasta para luchar y ser mejores, debido a las dificultades, se abandona la lucha.

Pensemos si vivimos con esa seguridad de un futuro que Dios nos asegura si somos fieles a Cristo.

3) Para vivir 

El optimismo del cristiano tiene un fundamento: tiene un futuro cierto. Y como dice el Papa en su carta, no es que conozcamos sus detalles, pero sabemos que nuestra vida no acaba en el vacío. Y sólo cuando el futuro es cierto, se hace llevadero también el presente. 

Hemos de responder a la exhortación que hace San Pedro a estar siempre prontos para dar razón de nuestra esperanza. Muchas personas han sabido encontrar a Dios, después de presenciar el testimonio de cristianos que vivían llenos de paz ante diversas dificultades. Un ejemplo fue Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, en quien el ejemplo de una amiga contribuyó a su conversión del judaísmo a la Iglesia Católica. Sucedió que a su amiga se le murió su esposo. Edith fue a visitarla y la encontró con mucho dolor, pero a la vez, con una gran serenidad y con la esperanza de que el marido ya gozaba de la vida eterna y que en un futuro se volverían a encontrar. Eso la impresionó tanto que ayudó a su conversión.

Por ello el Papa nos recuerda: «No os aflijáis como los hombres sin esperanza» (1 Ts 4,13). En nuestra vida también hemos de saber dar el ejemplo de personas en esperan siempre en Dios, reflejándose en la actitud con que se afrontan los diversos problemas.