Iglesia Catolica contracorriente

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín

 


He aquí la difícil misión de la Iglesia :Atraer a todos al camino del Evangelio, pero por fidelidad al mismo Evangelio, marchar siempre contra corriente. Y es que la Iglesia como su divino fundador Jesucristo, ha sido puesta en el mundo como “señal de contradicción, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”(Lc2,34-35).

Es evidente que la Iglesia no goza en muchos ambientes modernos de una buena imagen. Se la tacha de retrógrada, de inadaptada a los tiempos actuales y de no comprender los problemas de la gente. Con sus enseñanzas obsoletas logra únicamente el alejamiento y rechazo de muchos. Esta suele ser, en ciertos casos ,una fácil excusa para justificar conductas y comportamientos anti evangélicos o anticristianos.

En modo alguno la Iglesia, a ejemplo de Cristo, ha de seguir las corrientes mundanas, sino ser testimonio de coherencia -”luz y sal de la tierra”-en medio de las realidades temporales.

El mejor servicio que la Iglesia puede hacer a la humanidad y a la dignidad de las personas es permanecer firme ,”como una roca”, frente a las corrientes destructoras, que amenazan anegarlo todo.

Suele suceder frecuentemente que esta postura de defensa, por lo que tiene de oposición al mal, no es reconocida y valorada. Se propaga por todos los medios no afines al mensaje cristiano, la falsa imagen de una Iglesia excluyente, intolerante y camino sólo para escogidos. Los valores positivos -que son los más abundantes -son ignorados o preteridos. Sin la pretensión de ser exhaustivo, presento algunos aspectos de la Iglesia, por los que es incomprendida, atacada y rechazada injustamente. Hélos aquí:

Se rechaza a la Iglesia por ir CONTRA el divorcio, el aborto, la promiscuidad sexual, la eutanasia, la píldora anticonceptiva, el amor libre, las parejas de hecho, el sacerdocio de las mujeres, el preservativo, la teología de la liberación, el comunismo, el capitalismo, los experimentos con embriones, la clonación, los nacionalismos, los totalitarismos, el liberalismo, el laicismo, el laxismo, el consumismo, el materialismo, el hedonismo, el racismo, el ateismo, el estatismo, la esclavitud, la explotación del hombre por el hombre, la prostitución, las mafias, el holocausto nuclear y ambiental, la masonería, las sectas, el satanismo, el paganismo, el terrorismo, etcétera ....

Ahora bien, quedan en la penumbra, sin resaltarlos suficientemente , los valores positivos, que defiende, promueve, contra viento y marea, la misma Iglesia. He aquí algunos de los más importantes: el valor de la vida humana, la familia, los derechos de las personas, la paternidad responsable, la fidelidad, la castidad, la virginidad, el ecologismo, la sexualidad integradora, la solidaridad, la propiedad, la trascendencia, la fe en Cristo, el ecumenismo, la teología de la salvación, la religiosidad popular, la enseñanza religiosa, el desarrollo de los pueblos, la paz universal, la promoción de la mujer, la libertad, la igualdad y fraternidad de todos los hombres como hijos del mismo Dios y Padre etcétera ...

Es de justicia reconocer la maravillosa e ingente tarea llevada a cabo a través de los siglos, dentro de las limitaciones de toda obra humana, a favor de toda la humanidad, por la Iglesia católica, a veces tan incomprendida, calumniada y combatida.