El don escondido

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Para los hombres resultará siempre un misterio tratar de entender el maravilloso don del instinto maternal que llevan las mujeres inscrito en lo más hondo de sus entrañas. Una mamá me explicaba cómo le cambió la vida el nacimiento de su primer hijo. “El día en que las mujeres se convierten en madres, sale a la superficie, de lo más profundo de nuestra alma, el instinto materno. Parece ser que siempre estuvo allí grabado como un sello indeleble porque hace su aparición en un instante. Ese día, como un verdadero milagro, comenzamos a percibir la vida con una óptica completamente distinta. Damos un paso más profundo en el amor a nuestros padres, comprendemos sus lágrimas, sus cuidados, los pleitos, las caricias y el amor sin límite que ellos nos dispensaron. De igual forma, en el momento en que tomamos a ese bebé en nuestros brazos, cambian todas nuestras prioridades. La profesión, los caprichos y los gustos personales pasan a un segundo plano. Creo que Dios bendijo a las mujeres porque nos permitió experimentar, en carne propia, su gran amor, el amor paterno-materno que Él nos profesa sin condiciones, sin límites, hasta dar la propia vida por nosotros”.













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