Elogio a la sabiduría

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

El oráculo de Delfos había proclamado que Sócrates era el hombre más sabio de Atenas. Cuando recibió la noticia, el filósofo no pudo entenderlo. Por lo tanto, Sócrates quiso comprobar si el oráculo se había equivocado, y lo hizo mediante una encuesta, esto es, preguntando a todos aquellos que se consideraban a sí mismos sabios cuál era la fuente de su sabiduría. En el trascurso de tales indagaciones, pronto se hizo evidente que todos aquellos que se consideraban sabios no lo eran en realidad. Al principio, respondían con seguridad a las primeras preguntas que Sócrates les planteaba, pero, a medida que examinaba sus respuestas más de cerca, se hacia patente que tenían pocos motivos para considerarse sabios. Así fue como Sócrates llegó a la conclusión de que lo que el oráculo afirmaba en realidad era que la persona más sabia era aquella que sabía que no sabía nada. Y nosotros podemos preguntarnos ¿qué significa ser sabio? ¿Un hombre que posee una acervo de datos, nombres y cifras en la cabeza? Yo creo que no. El sabio es aquel que sabe responder al problema fundamental de la vida: quién soy yo y para qué existo. A esta pregunta se responde con la vida, no con teorías y según tu vida te diré qué tan sabio eres en realidad.