La amistad

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Uno de los mayores consuelos en esta vida es la amistad; y uno de los mayores consuelos de la amistad es tener una persona a quien poder confiar un secreto. Los antiguos romanos consideraban a la amistad como uno de los valores más excelsos que podía poseer un hombre. Ya lo dice el refrán: quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro. La amistad es lo que hace posible la humanidad. La amistad convierte la vida en una experiencia compartida. La amistad ilumina el entendimiento. El arduo caminar por la vida se hace más llevadero si se cuenta con un amigo con quién compartir las fatigas del sendero. Pero para tener un amigo, hay que saber serlo primero. Para recibir hay que dar y el amigo es quien da sin esperar recompensa. Cicerón, en su tratado De Amicitia, decía que la amistad es un don concedido por los dioses, comparable únicamente con la sabiduría. Amigo es aquél con quien puedes hablar como contigo mismo, sin miedo a ser traicionado con el típico cuento: “No se lo vayas a contar a nadie” y la realidad es que más tardas en despedirte que el otro en comunicar a su mejor amigo el secreto confiando. ¡Esto no se hace! La verdadera amistad nace de la virtud, por lo cual no se puede pedir al amigo algo malo o deshonesto, esto no es amistad.