La edad de Juan Pablo II

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Para muchos atravesar la puerta de los sesenta, se presenta como un trauma o una enfermedad irreversible. Pero no es así. Si la vida es un regalo de Dios, siempre y en cualquier lugar será bella, digna y emocionante. No podemos detener el sol y quedarnos con los albores del amanecer. El sol del atardecer es tan importante y necesario como el de mediodía. La primavera hace germinar las rosas, pero del otoño nace la vendimia. La vida no es un momento muerto, una experiencia congelada. Hora tras hora se suceden, estación tras estación siguen su curso irreversible. El secreto está en aprovechar y sacar el mejor partido de cada instante. En cierto sentido, la vejez crece con nosotros. Y de nosotros depende darle calidad o degradarla. ¡Cuánto podemos aprender de Juan Pablo II! ¡Cómo envidio su visión más llena y completa de lo esencial en la vida! Para él, la edad es una tarea. Y aun hoy, después de XXV años de pontificado, le presenta retos que el Papa está dispuesto a conquistar. ¡Gracias, Juan Pablo, gracias por tu ejemplo de fidelidad y de constancia! ¡Gracias por enseñarnos a vivir! Por ello hoy, todos los cristianos del mundo coreamos a una voz: ¡Felicidades Santo Padre!