La monja casada

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

En una revista italiana me encontré con un encuentro que tuvo una pareja de esposos con la madre Teresa de Calcuta. Al despedirse le pidieron un consejo para ser felices. - Sonreíd a vuestra mujer – le dijo al esposo. Y luego añadió a la mujer: -sonreíd a vuestro marido-. Al parecer se quedaron ambos desconcertados y un tercero añadió: ¿Qué consejos puede dar una religiosa en asuntos de casados? A lo que la madre respondió: -yo también estoy casada y créame que no siempre me resulta fácil sonreír a mi marido, porque Cristo es un esposo muy exigente-. ¡Qué santa tan sorprendente! Porque de un modo tan sencillo dejaba claro que no se puede ser sacerdote o monja sin estar localmente enamorado de Cristo. Que Dios no es un ser ideal, extraño, sino que está vivo y operante y que exige mucha entrega diaria y fidelidad. “A Dios se le puede encontrar entre los pucheros de la cocina”, decía santa Teresa. Y es que Dios sabe pedir lo que a uno más le cuesta. “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, solía repetir un amigo. Dios es un Dios escondido, pero no ausente. Si lo aprendes a buscar, verás cómo te lo encuentras.