…más que un hueso roto

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Ahora que en México se ha puesto álgido el tema de la despenalización del aborto, como lo estuvo en Colombia hace un año y como ha estado presente en casi todo los países del mundo, nos conviene recordar, pero sobre todo a los congresistas, algo tan básico que hasta da pena decirlo: ¡No se legisla sobre la naturaleza! Las leyes morales son tan fijas e inmutables como las leyes físicas. ¿Puede un congreso abolir la ley de gravedad? Pues es lo que están haciendo en el ámbito moral y están mandando por el precipicio a un sinnúmero de vidas por nacer y de madres engañadas, porque lo que se despenaliza, se justifica. ¡Los pecados son más dolorosos que los huecos rotos! ¿Quién de los legisladores se ocupa de las situaciones tan penosas en la que una mujer se encuentra después de haber abortado? ¡Ninguno! ¿Quién se ocupa de los problemas sicológicos y del estado de profundo remordimiento que deja el cometer un aborto? Ninguno. Las leyes morales están tan firmemente establecidas como las físicas. La valiente monja de Calcuta decía que un país que acepta el aborto, no está enseñando a su pueblo a amar, sino a aplicar la violencia para conseguir lo que quiere. “No los maten, dénmelos a mí”.