Mi bebé, bebe

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Cada vez es más grande la preocupación, por parte de los padres y educadores, ante el fenómeno del alcoholismo en los adolescentes, algunos todavía niños. Los jóvenes están viviendo desde muy temprana edad experiencias muy fuertes: la primera relación sexual, la primera miniteca, la primera noche en un antro, la primera rumba, la primera borrachera, etc. El problema es complejo, pero podríamos decir que se juntan el hambre con las ganas de comer. La adolescencia, etapa de transición y maduración, se afronta hoy con más resquebrajaduras y traumas que en el pasado. Por un lado el ambiente en el que se mueven es hostil, permisivo y hedonista, y esto los arrastra, aunque no quieran, a fraguar su personalidad sin límites, sin cordura, sin responsabilidad moral. Y por otro, la falta de presencia y autoridad paterna, con un afecto mal entendido que se va por el camino más fácil del “dejar hacer y dejar pasar”, los termina de rematar. El resultado es esa cantidad de adolescentes que se maduran biches. Estando así las cosas, qué fácil es escuchar a las inocentes madres exclamar escandalizadas: ¡Mi bebé, bebe! Y ¡cuidado! Que su beba, también bebe.