Mira chico, un milagro

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

A propósito del viaje del Papa, me permito hacer una digresión. En su primera visita a los Estados Unidos había un joven puertorriqueño llamado Tony Meléndez que nació sin brazos y apareció tocando la guitarra con los pies. Fue emocionante verlo tocar. Juan Pablo II entonces estaba en la plenitud de su vigor. Una vez que Tony acabó su presentación, el Papa bajó del escenario de un salto y se acercó al joven cantautor, lo bendijo y le beso en la cabeza. Tony no ocultaba la emoción que le embargaba.
Hoy vive feliz, en medio de las alegrías y tristezas propias de nuestra vida. Su vida se ha convertido en una canción de esperanza. Sus composiciones resuman fe, amor a Dios, la alegría tropical de quien tiene en el corazón una llama de amor por los demás.
Tony no siente pena por haber nacido sin brazos y nunca ha maldecido su suerte. Es consciente de que los dones -y la integridad física es un don- vienen de Dios, y agradece diariamente tanto bien recibido, sin exigir cuentas de lo que no se le ha concedido. Es feliz con lo que tiene, porque sabe que, si lo ha recibido, es para darlo plenamente a los demás.
Personalmente me conmovió una frase que Tony dijo en México: "Muchos piden milagros. Yo, cuando veo a una persona que levanta sus manos y las agita, me digo: -mira, chico, eso es un milagro".